VILLENA, EL MARQUESADO DE LA FRONTERA CASTELLANA.

15.03.2018 16:17

                Al abnegado trabajo de don Aurelio Pretel Marín.

                Los castellanos medievales, del Norte del Duero a las Canarias.

                Villena, actualmente en la provincia de Alicante, dio nombre a uno de los más extensos señoríos castellanos de la Baja Edad Media, próximo a la Corona de Aragón por razones económicas y políticas. Su dominio resultó de gran importancia para controlar la frontera castellana.

                Dentro del reino de Murcia, los orígenes del señorío se remontan a los tiempos del infante don Manuel, hermano de Alfonso X que ejerció el adelantamiento de aquel territorio. En 1257 recibió Elda, en el valle del Vinalopó, y en 1262 Elche, Crevillente y Aspe. Más tarde se extendería su dominio hacia Villena y el valle de Ayora. Incorporó Almansa y Yecla en la década de 1270 y en la de 1280 Chinchilla, Hellín, Ves y Jorquera. Don Manuel terminó apoyando a su sobrino Sancho IV, como otros magnates, contra el rey don Alfonso, traspasó en 1284 sus extensos dominios y el título de adelantado del reino de Murcia a su famoso hijo el infante don Juan Manuel.

                Supo don Juan Manuel cohesionar su señorío y fomentar su riqueza. En los gobiernos de Villena, Chinchilla y Almansa ayudó a los caballeros villanos frente a los hidalgos para hacerse con el poder. Redujo el número de oficios concejiles para otorgarles la mayoría y excluir así a los hidalgos. Repoblador de Chinchilla, Almansa, Villena, Yecla y Hellín, auspició la colonización de la entonces aldea de Albacete. En los dominios del señorío introdujo la oveja merina, según algunos autores, y promovió obras como el trasvase de agua de Villena a Elda y Elche. Mediado el siglo XIV, la localidad más importante de todo este conjunto era la de Chinchilla, a resguardo de los zarpazos de la frontera granadina, estimándose su población en unos 4.000 habitantes.

                A la muerte de don Juan Manuel en 1348, heredó el dominio su hijo don Fernando Manuel, que al fallecer en 1351 fue sucedido por su hija Blanca Manuel. Apresada por Pedro I, murió en el interior castellano entre 1360 y 1361, ejerciendo la autoridad en su nombre don Iñigo López de Orozco. Pedro I concedió el señorío en 1364 a su hijo Sancho, pero al final se impuso la opción de sus rivales.

                El hermanastro de Pedro, que se convertiría en Enrique II, contrajo matrimonio con doña Juana Manuel, aceptada como señora por los concejos del marquesado, pero en 1363 la había concedido a don Alfonso de Aragón, llamado el Viejo, para recabar su ayuda a cambio de casar a sus dos hijas con sus dos hijos.

                Don Alfonso, además de marqués de Villena, fue también conde de Denia, de Ribagorza y duque de Gandía. Perteneciente a la familia real de Aragón, fue cautivado en la batalla de Nájera de 1367 en ayuda de Enrique II. Tras la muerte de Martín I el Humano, aspiró al trono aragonés infructuosamente.

                El rescate de don Alfonso, que supuso el desembolso de 150.000 doblas castellanas (unos 5.250.000 maravedíes), determinó la subida de las imposiciones en sus señoríos, algo que no agradó en los concejos del marquesado. De sus distintos pagos tenemos noticia a través de la contabilidad de su tesorero Pere d´Orriols, del 1 de febrero de 1381 al 31 de enero de 1382. La derrama del pedido a sus municipios y aljamas, eclesiásticamente entre los obispados de Cuenca y Cartagena, se distribuyó del siguiente modo:

Referencia geográfica

Cantidad pagada en maravedíes

Villena

21.000

Sax

2.200

Elda

3.300

Jorquera

3.300

Alcalá del Júcar

2.600

Chinchilla

40.000

Aljama judía de Chinchilla

5.300

Albacete

12.000

Almansa

8.000

Hellín

5.300

Tobarra

2.200

Castillo de Tobarra

30.000

Aljama de Tobarra

2.500

Común de la Tierra de Alarcón

40.000

La Roda

2.500

Iniesta

13.300

El Provencio

1.000

Villar del Saz y Boyacá

1.000

Azañón

400

Belmonte

20.000

Montalbo

5.300

Puebla de Almenara

500

El Congosto

300

 

                En su territorio (extendido por las actuales provincias de Alicante, Albacete y Cuenca) sobresalieron Chinchilla y Alarcón, quedando Villena en una posición más discreta. Otros pagos del mismo período nos informan de la complejidad de sus comunidades religiosas más detalladamente:

Concepto

Suma pagada en maravedíes anualmente

Pecho del concejo del castillo de Garcimuñoz

6.000

Pecho de la aljama judía de Garcimuñoz

8.000

Pecho de la aljama mora de Garcimuñoz

500

Martiniega del común de la Tierra de Alarcón

4.200

Martiniega de Belmonte

1.225

Martiniega de la villa de Montalbo

425

Martiniega del lugar de Azañón

170

Escribanía y portazgo de Azañón

80

Escribanía de Iniesta

380

Escribanía de Hellín

200

Escribanía de Chinchilla

1.760

Pecho de la aljama judía de Chinchilla

1.500

Escribanía de Almansa

300

Tercias de todos los dominios

49.000

Almojarifazgo de todos los dominios

61.437

 

                De las tercias de las villas y lugares de los obispados de Cuenca y Cartagena del marquesado, el tesorero se quedaba con 40.000 maravedíes de salario. Para conseguir con mayor facilidad el dinero, la recaudación de estos tributos se arrendaba a particulares o a los mismos concejos.

                Junto a las imposiciones, causó también indignación la llegada de oficiales originarios de la Corona de Aragón. Junto al referido Pere d´Orriols encontramos a su hermano Vicent, que servía al marqués con un caballo y un jinete por dieciséis florines y medio al año. Don Alfonso dispuso de una fuerza de caballería asoldada, y mantuvo estrechas relaciones con la ciudad de Valencia, pendiente de la afluencia de cereal desde el interior peninsular y de las noticias de Castilla. Joan Alfonso del Castillo ejerció como recaudador del marqués en la parte recayente en el reino de Murcia. El autoritarismo de don Alfonso, junto al establecimiento de guarniciones aragonesas en los principales castillos, hizo anhelar a algunos los tiempos del infante don Juan Manuel, identificados como de entrega de privilegios.

                Semejante poder no agradó a reyes como Enrique III, que escuchó acusaciones de contrabando. Don Alfonso de Aragón era un hombre ambicioso, acusado de seguir su propio camino. Puso trabas a la tregua con Portugal al no encontrarse en el consejo real. En 1391 se le ayudó a la liberación de su hijo don Alfonso el Joven. Sin embargo, cuando se negó a casarse con su tía doña Leonor, Enrique III exigió la devolución de la dote de 30.000 doblas o 1.050.000 maravedíes. Al no ser retornada tal cantidad, se procedió a la incautación del señorío por la corona, que contó con la colaboración de las oligarquías de Alarcón, Chinchilla y Jorquera, cuyos términos se habían visto mermados. Chinchilla, por ejemplo, llevó muy mal la segregación de su antigua aldea o localidad subordinada de Albacete. En 1395 cayó Almansa en manos reales y en 1398 se ejecutó legalmente la confiscación. A don Alfonso se le concedió precisamente una indemnización de 60.000 doblas (2.100.000 maravedíes).

                Indiscutiblemente la incorporación al realengo de semejante territorio fortalecía la fuerza de la monarquía, pero no se alteró su condición de marquesado: Enrique III fue señor de Vizcaya, Molina y Villena. Durante el reinado de su hijo Juan II, de carácter menos enérgico, los magnates volvieron a escalar posiciones en Castilla. Antes de morir, Enrique III desconfió de su hermano don Fernando, que con el tiempo se convertiría en el de Antequera y en rey de Aragón, pues pensaba que codiciaba el rico señorío de Villena. Lo entregó con calidad de ducado a su otra hija, doña María, que lo poseería entre 1409 y 1415. Cuando contrajo matrimonio con su primo Alfonso (el futuro V de tal nombre en Aragón), renunció al mismo en Requena para que tal territorio no entrara en la órbita aragonesa.

                El partido de los llamados infantes de Aragón, el de los hijos no siempre bien avenidos de Fernando I de Antequera, ambicionaba mandar en Castilla, y para ello todos los medios eran bienvenidos, desde el control del rey y su corte hasta la posesión de señoríos que redondearan sus posesiones. A la muerte de Fernando I, Alfonso V se convirtió en el teórico jefe del partido, aunque tanto su hermano don Juan como su otro hermano don Enrique distaron de serle obedientes. El infante don Enrique, maestre de la orden de Santiago, dio en 1420 el llamado golpe de Tordesillas contra Juan II y se casó con su hermana doña Catalina, disponiendo del ducado de Villena entre 1420 y 1424. Al ser derrotado su ambicioso plan de ejercer el poder en Castilla, el ducado pasó a Catalina hasta 1425. En este tiempo de pugnas, con bandos enfrentados dentro del mismo señorío, el adelantado del reino de Murcia Alonso Yáñez Fajardo maniobró contra los de Aragón. Del disputado señorío se desgajaron áreas como la de Belmonte. La misma Villena fue concedida no sin dificultades en 1440 al doctor Periáñez, hombre de confianza de Juan II y del partido de don Álvaro de Luna que promulgó ordenanzas de gobierno en 1443, que establecía que los doce miembros de su gobierno municipal fueran escogidos anualmente por cuatro hombres buenos. A su muerte, la localidad de Villena terminaría pasando a don Juan Pacheco.

                El otra vez marquesado pasó entre 1436 y 1445 al príncipe de Asturias don Enrique, el futuro IV de Castilla, por voluntad regia. A la altura de 1444 señoreaba Chinchilla, Albacete y Hellín, que en su nombre gobernaba el noble de origen portugués don Alonso Téllez Girón. Obtuvo en 1445 Almansa, Yecla, Sax y Villena junto a su hijo don Juan Pacheco (entonces señor de Utiel), convertido en marqués de Villena tras su participación en la primera batalla de Olmedo, junto al príncipe don Enrique, contra el bando de los infantes de Aragón. Don Juan logró el señorío de Chinchilla en 1449, de Tobarra y Albacete en 1450, y de Jorquera, Alcalá y Ves en 1451.

                La actividad del expansivo don Juan Pacheco, conocido como el marqués de Villena en las historias generales, llena todo el reinado del desdichado Enrique IV. Siempre estuvo atento a expansionar su señorío y a engrandecer su poder y el de su familia. Su hijo don Diego López Pacheco reconoció a la princesa doña Juana como reina en la guerra civil castellana. El marquesado fue atacado por fuerzas leales a doña Isabel y don Fernando desde Castilla y Valencia, y en 1476 estuvo a punto de alcanzarse un acuerdo. Al no lograr salir adelante, las hostilidades se prolongaron, y en 1479 los triunfantes reyes Isabel y Fernando se reservaron Chinchilla, Villena, Almansa, Albacete, Hellín, Tobarra, Yecla, Sax y Ves. El resto del señorío quedó para el marqués, que tuvo que aceptar el autoritarismo regio. Comenzaba una nueva época. Don Diego tomaría parte en las campañas de la conquista del emirato de Granada, donde perdió su brazo derecho.

                Enclavado en la vecindad con la Corona de Aragón, el marquesado de Villena ha sido definido a veces como un estado-tapón dentro de la compleja Castilla, así como uno de sus territorios más atractivos desde el punto de vista económico. Sus juntas de gobierno, alentadas por sus concejos, dieron cohesión al señorío más allá de su titular del momento. Atentas a los movimientos de la frontera granadina, a las alternativas con Aragón y a los lances de la política castellana, sus gentes vivieron intensamente la Baja Edad Media hispánica.

                Víctor Manuel Galán Tendero.