UNA EMBAJADA AL CALIFA DE CÓRDOBA.

13.03.2021 12:15

               

                “El sábado, día 4 de ramadán de este año (1 de julio de 971), se sentó en el trono, para recibirlos, el califa al-Hakam, en el mihrab del salón oriental que da sobre los jardines, con sesión solemne, de organización perfecta, como las más sonadas que era costumbre celebrar en ocasiones parecidas. Fueron recibidos primero los visires, que se sentaron conforme a sus categorías. De entre ellos le ministraron, por la derecha, el visir sahib caid Galib ibn Abd al-Rahman, y, por bajo de él, el visir sahib al-Hasam Muhammad ibn Qasim ibn Tumlus, y, por la izquierda, el visir zalmedina de Córdoba Yafar ibn Utman, y por bajo de él, el zalmedina de al-Zahra Muhammad ibn Aflah.

                “Previamente se envió en busca de los embajadores de Borrell, hijo de Sunyer, a Yahwar ibn al-Sayj, escoltado por un escuadrón del yund y acompañado por un pequeño grupo de importantes cristianos de Córdoba, en calidad de intérpretes; el cual vino con ellos, precedidos del regalo de Borrell al califa al-Hakam, consistente en treinta cautivos musulmanes, entre hombres, mujeres y niños, sin contar cargas de brocado y de armas. Yahwar los condujo en seguida a los asientos que les estaban preparados en los salones del yund, del alcázar de al-Zahra, en espera de que todo estuviese dispuesto en la cámara del califa.

                “Una vez que salió de la cámara el permiso para que entraran, lo hicieron precedidos del conde Bon Filio, al que seguían sus principales acompañantes y los cinco cristianos de Córdoba que habían de servirles de intérpretes. Llegados a la puerta del salón del trono, se prosternaron, hasta que se acercaron al califa, cuya mano besaron. Después retrocedieron, y, quedándose de pie, entregaron la carta de su poderdante. El califa, luego de contemplarlos, les hizo preguntas acerca de cómo estaba su señor Borrell, el que los enviaba, y de la situación de su país; les hizo presente la buena impresión que la gente de éste producía en su ánimo, y les habló de cómo él les correspondía y recompensaba. Los embajadores dijeron lo que se les ocurrió. Los intérpretes tradujeron unas y otras razones.

                “Terminada la sesión, Yahwar ibn-Sayj los devolvió a la almunia de Nasr, lugar de su alojamiento, acompañándolos con las tropas.

                “El califa dio orden de que a los cautivos, que le habían sido regalados, se les entregaran socorros, para que pudiesen regresar a sus tierras, y así se hizo.”

                Isa ibn Ahmad al-Razi, Anales palatinos del califa de Córdoba al-Hakam II. Traducción de un manuscrito árabe de la Real Academia de la Historia por Emilio García Gómez, pp. 45-46.

                Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.