UNA CIUDAD DE LA HISPANOAMÉRICA COLONIAL DEL SIGLO XVII.

22.03.2019 16:20

                En 1543 comenzó a alzarse definitivamente Santiago de los Caballeros de Guatemala (conocida también como la Antigua), tras dos ensayos previos en otros emplazamientos desde 1527, en el valle de Panchoy o del Tuerto, una fecunda tierra de origen volcánico a 1.524 metros de altitud, a resguardo de las fiebres y de los mosquitos de las tierras bajas. Desde las ciudades, muchas nuevas fundaciones, los españoles controlaron el territorio de sus dominios americanos. Siguieron patrones urbanísticos y municipales procedentes de la Península, donde la repoblación había marcado sus comunidades medievales.

                Sin embargo, la sociedad urbana hispanoamericana fue distinta de la peninsular. En 1600, Santiago de los Caballeros de Guatemala contaba con unos 2.690 vecinos considerados españoles, 1.740 sirvientes amerindios, 1.390 esclavos negros, 225 esclavos mulatos, 380 mulatos libres, 10 negros libres y 220 mestizos. En esta sociedad de gran variedad étnica, los valores señoriales se encontraban bien arraigados y desde 1570 el número de los esclavos negros había ido creciendo. De las tierras de Honduras y Nicaragua procedían no pocos servidores indígenas, reducidos a condiciones de esclavitud en la práctica. Muchos amerindios, del tronco uto-azteca, hablaban distintas variedades de idiomas mayas. Como en otras ciudades católicas de los tiempos de la Contrarreforma, el clero detentaba una gran influencia. En 1650, se contabilizaron en la ciudad unos 500 sacerdotes.

                Con barrios como los de Santa Lucía, San Sebastián, Santo Domingo o San Francisco, la ciudad fue adquiriendo su forma singular, que la convirtieron en una de las más hermosas de la América española. Los portales de su plaza mayor acogieron a hombres como Juan de Colindres Puerta, hombre de negocios procedente de Sevilla. Las familias de comerciantes fueron ganando protagonismo, a la par que los descendientes de los conquistadores (los hidalgos) declinaron.

                Al recibir los encomenderos el tributo de las comunidades amerindias sometidas, la ciudad se convirtió en un importante centro de concentración de la riqueza, que atraía a los negociantes. Desde aquí, se invirtió en el territorio de las tierras altas guatemaltecas, donde prosperaron las plantaciones de índigo y azúcar. Las estancias de ganado como las de Juan Hidalgo también fueron de gran valor.

                Antes de las graves catástrofes naturales del siglo XVIII, aquella comunidad urbana combinó el control administrativo, la mentalidad señorial y los negocios de una manera muy propia de la América colonial.

                Bibliografía.

                Domingo Juarros, A Statistical and commercial history of the Kingdom of Guatemala in Spanish America, Londres, 1823.

                Víctor Manuel Galán Tendero.