UN GUERRERO AVENTURERO Y DEPREDADOR DEL SIGLO XIV.

24.09.2023 11:32

               

                “No hay en el mundo un modo de vivir, ni recreo, oro, plata o gloria que se puedan comparar al placer de llevar armas y de pelear como lo hicimos. ¡Qué alegres estábamos cuando cabalgábamos a la ventura y nos encontrábamos en el campo con un rico abad, un comerciante, una recua de mulas cargadas de paño, pieles, especies o sedas! ¡Todo era nuestro o se podía rescatar a nuestro antojo! Todos los días teníamos dineros nuevos. Los villanos de Auvernia y el Limousin nos abastecían abundantemente y nos traían generosamente trigo, harina, pan cocido, avena, paja para los caballos, buenos vinos, bueyes, ovejas, carneros cebados y toda clase de aves y caza. ¡Estábamos vestidos como reyes y cuando cabalgábamos todo el país temblaba a nuestro paso! ¡De qué manera tomamos Carlat yo y el bastardo de Campaigne! ¡Cómo tomamos Chaluset yo y Perrot El Bearnés! ¡Cómo escalamos vosotros y yo, sin otra ayuda, el castillo de Mercoeur! Sólo lo ocupé cinco días y me pagaron por él cinco mil francos. A fe mía que no había visto mejor que aquella. Me pesa haber restituido y vendido Aleuze, porque desde allí uno podía hacerse fuerte contra todo el mundo y el día en que lo entregué estaba abastecido de tal modo que hubiese podido sostenerse siete años sin recibir nuevas provisiones. ¡Creo que el conde de Armagnac me engañó! Tenían razón Olim Berbe y Perrot el Bearnés cuando me decían que me arrepentiría de ello. En verdad, me arrepiento de lo que hice.”

                Palabras puestas en boca del routier Merigot de Marches, fallecido hacia 1391.

                Jean Froissart, Crónicas, Libro IV, capítulo XIV. Edición de Thomas Johnes, accesible digitalmente.

                Selección y adaptación de Víctor Manuel Galán Tendero.