TEXAS Y LA CONFEDERACIÓN. Por Gabriel Peris Fernández.

03.04.2017 09:00

                

                Texas tuvo una existencia azarosa en el siglo XIX. Lo comenzó como parte del virreinato de la Nueva España, formó parte del México de la Emancipación, se separó como república independiente, ingresó en los Estados Unidos, se independizó nuevamente, ingresó en la Confederación de Estados Americanos y volvió a formar parte de la Unión. En todo momento conservó su fuerte carácter. Durante la guerra de Secesión fue una importante baza para la Confederación al proporcionarle recursos militares y profundidad estratégica continental.

                A fines de diciembre de 1860, dentro de la gran crisis política de la Unión, se habló a favor de la secesión en una Convención escogida entre los habitantes de los condados de Texas. Oficialmente, el 1 de febrero de 1861 se separó Texas de los Estados Unidos, decisión ratificada el 23 de febrero en un referéndum.

                Entonces se adujo la superioridad de la raza blanca al modo de los sudistas de su tiempo, la amenaza de la abolición de la esclavitud y la falta de energía del gobierno de Estados Unidos frente a los amerindios. En 1861 tres de cada diez habitantes de Texas eran gentes de etnia negra, mayoritariamente esclavizados.

                El 2 de marzo Texas se unió a la Confederación, pero su gobernador, el célebre Sam Houston, se mostró contrario a la decisión, pues en caso de separación prefería que Texas recuperara su condición de república independiente. Además, una cuarta parte de los texanos era favorable a la Unión, especialmente en el Norte del territorio y los de origen alemán. Más tarde, en octubre de 1862, un grupo de unionistas del condado de Cooke fueron acusados de conspirar para quedarse con los arsenales y favorecer la entrada de tropas unionistas.

                Texas se encontraba a gran distancia del frente del Este, pero sus soldados participaron activamente en los combates. Del reclutamiento obligatorio se exceptuaron los propietarios de más de veinte esclavos, lo que llevó a acusaciones de clasismo. Muchos texanos de origen alemán y mexicano se declararon prófugos. Se movilizaron unos 70.000 hombres, algunos con experiencia militar anterior en la guerra de independencia texana y en la librada contra México.

                Se llegaron a formar cuarenta y cinco regimientos y doce batallones de caballería, veintitrés regimientos y cuatro batallones de infantería, cinco regimientos de artillería pesada y treinta baterías de artillería ligera. Los texanos destacaron como fuerza de choque en distintas batallas. Los rangers de Terry lograron una gran reputación.

                Desde los puertos texanos del golfo de México se enviaron grandes cantidades de algodón en dirección a puntos como Matamoros, desde donde la carga se encaminaba hacia Europa, lo que dispensó importantes recursos económicos a la Confederación. Por ello, los unionistas se propusieron tomar la ciudad portuaria de Galveston, lo que consiguieron brevemente durante los tres últimos meses de 1862.

                Desde Texas se siguió atentamente la lucha por el dominio de la desembocadura del Misisipi, río esencial para la economía de la Confederación. A medida que avanzaba la guerra, en sentido favorable a la Unión, aumentaron las deserciones en las fuerzas confederadas sitas en Texas. El 9 de abril de 1865 el general Lee firmó oficialmente la rendición en la virginiana Appomattox, pero hasta el 19 de junio no llegaron las tropas de la Unión a Texas, de la que huyeron algunos grupos confederados hacia México.