TAMERLÁN ORDENA LA CALLE COMERCIAL DE SAMARCANDA.

29.03.2021 09:43

               

                “En esta ciudad de Samarcante se tratan de cada año muchas mercadurías de muchas maneras que allí vienen del Catay y de la India de Tartaria, y de otras muchas partes, y de su tierra, que es abastada, y porque en ella no había plaza solemne para en que se vendiesen ordenada y regladamente, mandó el Señor que fuese hecha por la ciudad una calle que tuviese de una parte y de otra boticas en ella, y tiendas para en que se vendiesen las mercadurías, y que esta calle comenzase de un cabo de la ciudad, y fuese hasta el otro, que atravesase toda la ciudad: la cual obra encomendó a dos Mirassaes suyos, haciéndoles saber que si no ponían en ello toda su diligencia, haciendo labrar de día y de noche, que con sus cabezas lo contentarían.

                “Los cuales Mirassaes comenzaron su obra derrocando cuantas casas hallaban por do el Señor mandaba ir la dicha calle, fuesen cuyas quisiesen, que no se cataban sus dueños, salvo cuando les derrocaban las casas, y salían huyendo con la ropa y cuanto habían, ca así como derrocaban unos, así venían los maestros labrando detrás: e hicieron una calle muy ancha, y de una parte y de otra tiendas; que habían ante sí poyos altos, que eran cubiertos de losas blancas, todas las tiendas eran dobladas, y la calle era cubierta de bóvedas con ventanas, por do entraba la lumbre.

                “Así como eran acabadas de hacer las tiendas, luego las hacían poblar de hombres que vendían en ellas algunas cosas, y a trechos en esta dicha calle había fuentes, y la gente que esta labor hacía pagaba la ciudad, y venía tanta gente a esta labor, cuanto les demandaban aquellos que tenían cargo de ella, y los que labraban de día, cuando era de noche íbanse, y veníanse otros tantos que labraban de noche: y los unos a derrocar casas, y otros a allanar el suelo, y otros a hacer, que hacían tan gran ruido así de día como de noche, que parecían diablos.

                “Y antes de veinte días fue hecha tan gran obra, que era maravilla, y las gentes, cuyas eran aquellas casas que derrocaban, quejábanse por ello, y no lo osaban decir al Señor; pero ayuntáronse algunos de ellos, y fueron a unos Cayres, que eran privados del Señor, que se lo dijesen, y estos Cayres son del linaje de Mahoma: y un día que jugaban al ajedrez con el Señor, díjole, que pues merced era de les derrocar sus casas para hacer aquella plaza, que les mandase hacer alguna enmienda: y dicen que se ensañó, porque se lo dijeron, y que les dijera: Esta ciudad es mía, y yo la compré por mis dineros, y tengo buenas cartas de ello, y yo vos las mostraré mañana, y si fuere razón, pagaré lo que vos quisiéredes. Y de tal son lo dijo él, que los Cayres fueron repisos, y aún decían que se maravillaban cómo no los mandaba matar, o cómo escaparon sin pena: dicen ellos que todo lo que el Señor hace es bueno, y que debe ser cumplido su mandamiento.”

                Ruy González de Clavijo, Embajada a Tamerlán, Madrid, 1984, pp. 213-214.

                Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.