SANTIAGO DESAFIADO POR SANTA TERESA. Por Carmen Pastor Sirvent.

25.07.2014 20:39

    Hoy día 25 de julio honramos a Santiago Apóstol como patrón de España, pero en tiempos del conde-duque de Olivares el santo y sus seguidores tuvieron que emprender una reñida batalla, nada menos que contra Santa Teresa de Jesús.

    La santa abulense había sido canonizada en 1622, y el inquieto Olivares lo recibió muy gratamente. Tenía vinculaciones familiares con ella. Las Cortes de Castilla coincidieron con su devoción, y en 1626 propusieron otorgarle el patronazgo del reino. El alborozo de Olivares fue mayor cuando en julio de 1627 el Papa Urbano VIII la proclamó patrona. Los castellanos vivían tiempos de hierro, y Santa Teresa quizá intercediera con mayor efectividad por ellos.

    ¿Y qué le sucedió al descabalgado Santiago, presto a batallar al frente de las huestes de Castilla desde el Clavijo a las Indias? Sus devotos se movilizaron con ardor. El polémico breve papal todavía le reservaba los honores del copatronazgo, y muchos miembros del Consejo de Castilla lo esgrimieron. En octubre de 1627 se negaron ostentosamente a participar en la procesión en honor a Santa Teresa. Bajo tanta devoción se ocultaba la oposición política al aborrecido Olivares, en exceso imperativo e innovador.

    Se rompieron las hostilidades entre las dos hinchadas. El genialmente bilioso Quevedo hizo armas en nombre de Santiago, cuya espada había limpiado Castilla de los enemigos de la Fe. ¿Podría una mujer hacer algo similar? Muy digno del misógino escritor, que desató las iras de Olivares, arrostrando destierro en la primavera de 1628.

    En 1630 llegó como agua de mayo otro breve papal, que más parecía obra de Poncio Pilatos, ya que cada municipio o comunidad decidiría si Santiago y Santa Teresa compartían el patronazgo. Al final Santiago resultó vencedor, pero la polémica evidenció algo más profundo: la división de la sociedad castellana entre tradicionalistas santiaguistas y teresianos innovadores, muchos de estirpe conversa, aunque el gran J. H. Elliott nos previene con su habitual agudeza contra las simplificaciones facilonas.

    De todos modos queda en el aire al menos una pregunta, ¿qué hubiera sucedido si Santa Teresa hubiera descabalgado a Santiago? Felicidades a todos los Santiagos, Diegos, Jacobos y Jaimes en este día.