PICORNELL, EL MARGINADO PIONERO DEL RADICALISMO ESPAÑOL. Por Antonio Parra García.

15.10.2017 12:34

                Una de las figuras hasta hace poco más enigmáticas y más atrayentes de finales del siglo XVIII es la de Juan Bautista Mariano Picornell, al que se la ha relacionado con los orígenes del republicanismo español, del que no siempre las historias se han hecho el eco oportuno.

                Nació en una hacienda próxima a Palma de Mallorca en 1795, en el seno de una familia con posibilidades económicas y formación intelectual. Siguió desde joven estudios de filosofía y formó parte de la Sociedad Económica de Amigos del País palmesana. Más tarde, continuó su formación filosófica en Salamanca, donde trabó relación con el famoso abate Marchena. Paralelamente, amplió su círculo social en Madrid.

                Interesado por la pedagogía, publicó obras sobre la materia en 1786 y 1787. Adquirió cierta notoriedad, pero su reforma no fue aprobada por la influyente Sociedad Económica Matritense, algo que varios autores han considerado clave para explicar su trayectoria personal, marcada por el desencanto hacia la Monarquía absoluta.

                El estallido de la Revolución en Francia coincidió con su acercamiento a la masonería. No obstante, el ilustrado conde de Aranda no dejó de encargarle investigaciones sobre el fomento industrial en España.

                En 1790 hizo una traducción del Discurso sobre los mejores medios de excitar y fomentar el patriotismo en una monarquía. En consonancia con ello, de retorno a Madrid contactó con otros ilustrados avanzados y se involucró con decisión en la oposición contra Godoy.

                Redactó entonces un Manifiesto al Pueblo y una Instrucción de lo que debe ejecutar el Pueblo de Madrid en este día, textos que debían guiar la acción de su conspiración, caracterizada de intento de golpe de Estado. Concibió una Junta Suprema de veinticinco diputados para dirigir y reformar España. Logró ciertos apoyos en sectores menestrales de Madrid y de Salamanca, pero dos de los implicados rindieron información de los preparativos. El 3 de febrero de 1795 se desarticuló la llamada Conspiración de San Blas, que previsiblemente hubiera tenido lugar en la cercana Semana Santa, al modo del motín de Esquilache.

                Picornell fue procesado y condenado a la reclusión en América. En 1796 fue internado en La Guaira, de donde se fugó en 1797. Su jacobinismo no fue bien aceptado por los primigenios independentistas, aunque terminó implicándose en las luchas políticas de la Emancipación. En 1811 anduvo por Venezuela y llegó a Filadelfia en 1812. Al final de todo, terminó afincándose en Cuba, donde fallecería en 1825, en un mundo muy distinto del de su niñez.