NORTON I, EMPERADOR DE ESTADOS UNIDOS. Por Víctor Hernández Ochando

21.08.2014 12:00

    Desde su nacimiento hasta la actualidad los Estados Unidos han tenido cuarenta y cuatro presidentes diferentes, pero también tuvo un Emperador: Joshua Abraham Norton.  En realidad, esto era una farsa que se había inventado él, ya que estaba loco, y sin embargo acabó siendo un personaje respetado y muy querido por los habitantes de San Francisco.

    Los orígenes de este hombre son inciertos. Probablemente nació en 1819 en Inglaterra, y pasó su infancia en Sudáfrica. En 1849 fallece su padre y recibe una herencia de 40.000 dólares con la que decide mudarse a San Francisco. En los años posteriores consiguió aumentar su fortuna, y decidió especular con el arroz comprando todos los cargamentos del puerto porque China estaba pasando por un momento de hambruna y prohibió la exportación de arroz. El precio ascendió de 4 a 36 centavos por libra, pero todavía no quería ponerlo en venta. Entonces una flota de origen peruano vino cargada de arroz y la compró con tal de monopolizar el mercado, pero poco después muchos navíos traían más cargamento y el precio bajó hasta los 3 centavos la libra. Norton quedó completamente arruinado. Abandonó la ciudad.

    Nueve meses despúes regresó a San Francisco junto a claras evidencias de su enfermedad mental. El 17 de septiembre de 1859 envió cartas a varios periódicos en las que se autoproclamó Emperador de los Estados Unidos. Posteriormente se nombraría Protector de México debido a “la incapacidad de los mexicanos de regir sus propios asuntos».

A petición, y por deseo, perentorio de una gran mayoría de los ciudadanos de estos Estados Unidos, yo, Joshua Norton, antes de Bahía de Algoa, del Cabo de Buena Esperanza, y ahora por los pasados 9 años y 10 meses de San Francisco, California, me declaro y proclamo emperador de estos Estados Unidos; y en virtud de la autoridad de tal modo investida en mí, por este medio dirijo y ordeno a los representantes de los diferentes Estados de la Unión a constituirse en asamblea en la Sala de Conciertos de esta ciudad, el primer día de febrero próximo, donde se realizarán tales alteraciones en las leyes existentes de la Unión como para mitigar los males bajo los cuales el país está trabajando, y de tal modo justificar la confianza que existe, tanto en el país como en el extranjero, en nuestra estabilidad e integridad.
NORTON 1, Emperador de los Estados Unidos

    En poco tiempo, Norton comenzó su imaginario mandato en el que mucha gente le seguía el juego y le daba la razón con tal de poder disfrutar de este excéntrico personaje.  Su corte se establecía en un antiguo bloque de apartamentos en el que vivía junto a sus dos perros, Lazaro y Bummer. Norton se dedicaba a pasear por las calles vestido con ropajes imperiales, y comprobaba que todo estuviese correcto y en calma. Los domingos iba a iglesias diferentes para que no surgieran disputas.

    El pueblo le adoraba y le ofrecía lujos gratis, aunque él era pobre y llevaba una vida modesta. Era invitado a cenar en varios restaurantes, usaba el transporte gratis, tenía ropa nueva o asientos reservados en el palco de la ópera.

    En cuanto al ámbito político, Norton publicaba sus decretos en los periódicos o los pronunciaba en medio de las calles. A la semana de nombrarse Emperador, destituyó al presidente y mandó abolir el Congreso para evitar la corrupción. También quiso disolver los partidos demócrata y republicano, emitir bonos imperiales y prohibir enfrentamientos religiosos.

    El Emperador tuvo contacto por carta con gente importante de su época. Se llegó a decir que escribía a la Reina Victoria. También creó sus propios billetes que en la actualidad son objetos de muchísimo valor para los coleccionistas. Durante la guerra civil ordenó a los presidentes Abraham Lincoln y Jefferson Davis ir a San Francisco para mediar con ellos. Lógicamente, ninguno le prestó atención ni ordenó un alto el fuego.

    Su reinado duró 21 años hasta que el 8 de enero de 1880 Norton murió de una apoplejía durante un discurso en público. La ciudad quedó conmocionada ante la gran pérdida de un personaje tan lunático que causaba la risa, pero cuyos discursos iban más allá del entretenimiento y de la gracia.

Imagen de la página cemeterytravel.com