MURCIA, UN REINO A PACIFICAR. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

15.12.2023 07:17

 

                La violencia ensangrentaba las tierras del reino de Murcia, dentro de la Corona de Castilla, a comienzos del siglo XV. A las disputas internas entre facciones, se sumaban los problemas con el emirato nazarí de Granada y con la Corona de Aragón, cuyas tierras más meridionales contaban con una importante población mudéjar.

                Muchos elementos podían propiciar una guerra de proporciones todavía mayores, y tanto desde Castilla como desde Aragón se era muy consciente de la situación. En el verano de 1400, el adelantado del reino de Murcia propuso en nombre del rey de Castilla unos acuerdos al monarca de Aragón.

                Durante las treguas entre Castilla y Granada, las gentes de la Corona de Aragón no deberían emprender cabalgadas contra los nazaríes a través de territorio murciano, por ser perjudicial para Lorca. En consonancia, los granadinos de las plazas de Baeza, Vera y Los Vélez tampoco deberían de atacar por aquí a los aragoneses. De no cumplirlo, cada granadino capturado sería apresado. Si alguien lo matara, debería de satisfacer treinta doblas al rey y otras tantas a su captor.

                Los castellanos deberían de liberar a su lugar de procedencia a todo cristiano o musulmán del rey de Aragón, con la prevención pecuniaria antedicha en caso de muerte. Sintomáticamente, nadie conduciría cosas robadas de Castilla a Aragón, incluyendo sus tierras de señorío.

                Se puso, asimismo, el acento en el tráfico de personas. Tampoco se secuestraría cualquier mujer: casada, moza, sirvienta o criada. Se deberían de remitir a las justicias respectivas a quien matara a traición a alguien. Los deudores de un señorío serían reintegrados al mismo, sin olvidar que los musulmanes hurtados debían ser devueltos libres.

                Junto a la seguridad militar y política, se trataba de preservar el orden social, el de una jerarquía de guerreros cristianos que disponían de la vida y hacienda de los demás. Con dificultad, se consiguió un breve periodo de apaciguamiento, que pronto se quebró.

                Fuentes.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Real Cancillería, registro 2232.