MOVILIZARSE MILITARMENTE SIN MOLESTAR A LA NOBLEZA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

09.11.2023 07:10

 

                La insurrección de los moriscos granadinos en 1568 puso muchas tierras de España en pie de guerra, incluso a gran distancia del frente. Felipe II, a la sazón comprometido en otros conflictos, no sólo movilizó tropas profesionales, sino también a huestes municipales.

                A comienzos de 1570 se encargó a don Juan de Austria del mando de las fuerzas, que más tarde operarían con dureza en el territorio. Municipios y nobles fueron requeridos para que colaboraran. El conde de Benavente había enviado ochenta lanzas o grupos de combate a Granada, pero se le pidió más.

                El corregidor de Zamora y su tierra exigió a las gentes de sus lugares, como Cernadilla, que sirvieran en el reparto de dinero y hombres, pues a su demarcación se le habían asignado 300 soldados. En consecuencia, envió una serie de ejecutores de sus órdenes.

                Los vasallos del conde de Benavente se quejaron de distintos daños. Su señor envió a Melchor de la Peña ante el rey, que escuchó sus quejas. Se sostuvo que el corregidor esgrimió de forma abusiva una cédula real, y al final se le vedó que pidiera más hombres y recursos al no formar parte del corregimiento. La urgencia militar no debía comprometer el pacto tácito entre nobleza y monarquía autoritaria.   

                Fuentes.

                ARCHIVO HISTÓRICO DE LA NOBLEZA.

                Osuna, C. 491, D. 120.