LOS PUEBLOS DEL MAR Y EL FINAL DE UNA ERA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

15.02.2024 07:17

               

                El paso de la Edad del Bronce a la del Hierro ha sido contemplado en más de una ocasión como un verdadero cataclismo, en el que feneció el poder de los micénicos y el de los hititas. Los responsables serían los llamados pueblos del mar, una coalición de gentes de procedencia no del todo clara. Las razones de su expansión tampoco se han clarificado debidamente.

                Lo cierto es que en el interior de Europa floreció por entonces la cultura de los Campos de Urnas, que en su apogeo abrazó desde el Báltico al Danubio. Aceptada por pueblos distintos, se caracterizaba por incinerar a los difuntos y en sepultar sus cenizas en urnas cubiertas por un túmulo. Sus gentes llevaron elaborados brazaletes, fíbulas, broches de cinturón y armas novedosas para la época. A partir del 1200 antes de Jesucristo llegó a la península Ibérica a través de los pasos del Pirineo. Su influencia se hizo perceptible en Cataluña, el valle del Ebro y el bajo Aragón. Sus elementos culturales se cruzaron con los de los fenicios en territorio valenciano.

                La investigación ha preferido hablar aquí de evolución, la de unas gentes que erigen poblados con incipientes formas urbanas, necesitadas de ampliar su producción de alimentos y regidas por aristocracias ambiciosas. El empleo del hierro servía a sus renovados propósitos. Un panorama muy similar se ha observado en la Sicilia de la Edad del Bronce Final (1170-770 antes de Jesucristo). La isla era el enlace comercial entre Cornualles y Anatolia, pasando por el mundo micénico. Junto a la adopción de la incineración de los cadáveres, se fortaleció el asentamiento en altura y los rasgos aristocráticos de la sociedad.

                Es probable que esta aristocracia deseara ganar mayores riquezas a través de la conquista. Hacia el 1230-20 antes de Jesucristo combatieron en el istmo de Corinto los dorios, gentes de habla griega dirigidos por un clan aqueo que remontaba su ascendencia al mismo Heracles. Los dorios terminaron derrotando la federación aquea de Micenas, ciudad destruida en el 1130 antes de Jesucristo.

                Los dorios se han puesto en relación estrecha con el movimiento de los pueblos del mar, gentes belicosas y con importantes dotes de navegantes. Entre el 1178 y el 1175, el faraón de Egipto Ramsés III tuvo que desplegar una importante flota y un escogido ejército para vencerlos en el delta del Nilo. Otros poderes, como el de los hititas en Anatolia, no fueron tan afortunados y cayeron ante sus embates. Los frigios, quizá vinculados al movimiento de estos pueblos, destruyeron su capital Hattusa hacia el 1200 antes de Jesucristo. Sometieron a las gentes de Cilicia, Amurru y Chipre.

                Según las fuentes egipcias, entre los pueblos del mar encontramos nombres más conocidos como el de los filisteos, que cruzaron armas con los hebreos, pero también otros de perfiles históricos menos claros como los chakalaches o danaenos. Algunos especialistas han propuesto un origen siciliano de los primeros y griego de los segundos.

                De los ataques de estos pueblos, no obstante, se beneficiaron los propios egipcios, que lanzaron campañas hasta Siria, y los pujantes asirios. El declive del poder egipcio sería ocasionado por otros motivos. Otros que también se aprovecharían fueron los pueblos arameos, que del 1100 al 1000 antes de Jesucristo irrumpieron en el Próximo Oriente. En cierta manera, podemos hablar de una concatenación de coaliciones de pueblos.

                Sobre las causas de los movimientos de los pueblos del mar, se ha invocado la virulencia de la sequía. Otra razón podría estribar en la formación de aristocracias guerreras más allá de los grandes poderes del Mediterráneo oriental, que buscarían en el conflicto botín y prestigio para fortalecer su autoridad. Si fuera así, la situación sería muy pareja a la de la irrupción de los pueblos germanos en el imperio romano. Ante los invasores, micénicos, hititas y egipcios respondieron en la medida de sus fuerzas.

               Para saber más.

                Trude Dothan y Moshe Dothan, Los pueblos del mar. Tras las huellas de los filisteos, Barcelona, 2002.