LOS PROBLEMAS DE LA NUEVA CÁCERES DE FILIPINAS. Por Verónica López Subirats.

05.04.2017 11:22

                

                Los españoles también fueron fundadores de ciudades en Asia, al igual que en las Américas, por razones culturales y políticas, al ser centros de control de un extenso territorio. Desde aquellos núcleos se regulaba la explotación de sus recursos naturales, se imponía el trabajo de la población precedente y se cobraban los tributos.

                En las Filipinas sobresalió la gran ciudad de Manila, que se convirtió en una de las grandes capitales europeas del continente asiático, pero no fue la única fundada, evidentemente.

                En la provincia de Camarines, el capitán Pedro de Chávez estableció en 1575 sobre la precedente localidad de Naga la ciudad de Nueva Cáceres, cuyo nombre se puso en honor del gobernador Francisco de Sande, originario de Cáceres.

                Relativamente pronto, se integró la nueva fundación en la red administrativa y eclesiástica española del archipiélago. Desde 1595 se convirtió en sede episcopal, con alcaldía mayor para impartir justicia. En 1596 se subordinó su obispado al de Manila.

                La vida en Nueva Cáceres no resultó fácil y en 1611 se pidió limosna para su paupérrimo hospital, atendido por los franciscanos. En el último tercio del siglo XVII carecía de regidores, alcaldes y vecinos españoles, reducidos a la parentela y servicio del obispo y el alcalde mayor de turno. El resto de la población se componía de habitantes indios o tagalos, criollos, mestizos y sangleyes o chinos habitantes del archipiélago.

                El 10 de junio de 1691 los vecinos de Nueva Cáceres se quejaron de los menoscabos por la falta de abastecimientos y la muerte de los de más caudal, de tal modo que el 2 de septiembre de 1697 se aprobó la mudanza de la localidad al Real de Minas, dentro de la misma jurisdicción, practicada de hecho en 1694.

                Los vecinos pidieron entonces no perder los antiguos estatutos de su república o comunidad urbana, aunque se ignoró desde la autoridad de Manila quien hizo verdaderamente la petición, ya que para el obispo y el alcalde mayor el primer emplazamiento era más favorable para abastecerse.

                En vista de ello, se puso en conocimiento el problema el 25 de mayo de 1700 ante el gobernador y capitán general de Filipinas en Manila, presidente a su vez de su Real Audiencia, que en vísperas de la guerra de Sucesión a la extendida Corona española estaba a punto de encararse a problemas mucho mayores. Nueva Cáceres, al final, sobrevivió.