LOS PIRATAS ATACAN LA COSTA ESPAÑOLA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

23.11.2019 15:46

                La piratería se cernió sobre pueblos ribereños del mar, marineros y naves desde la noche de los tiempos. Fue tan angustiosa que un rey de las energías de Pedro IV de Aragón invocó la ayuda pontificia contra los piratas musulmanes que operaban en el estrecho de Gibraltar, en una ruta vital para el comercio europeo mucho antes de la llegada de Colón a Indias. El almirante mayor de la mar tuvo que socorrer Cádiz contra las piraterías allá por 1493.

                El negocio de la piratería, legalizado en forma de corso, atrajo a muchos hombres de mar de distintos territorios europeos. Los pueblos musulmanes no se quedaron de brazos cruzados al respecto y lanzaron importantes incursiones contra los cristianos. Las Germanías valencianas se iniciaron con la petición de armamento de los gremios y en 1528 el duque de Gandía fue nombrado defensor del monasterio de Valldigna a petición de su abad, a cambio de cien libras de asignación.

                Las guerras entre Carlos V y Francisco I animaron las acciones piráticas. En 1534 los piratas franceses amenazaron las naves que salían de Sevilla en dirección a las Indias. La ruta entre Asturias y Lisboa también fue atacada por la piratería francesa en 1557.

                El deterioro de las relaciones con Inglaterra añadió nuevas preocupaciones. En 1566 los piratas ingleses atacaron una nave que salía de Lisboa a Amberes con mercancías de comerciantes españoles y portugueses. La seguridad común ayudó a acercar a España y Portugal antes de la unión de 1580.

                Los piratas a veces tuvieron cómplices en el interior. En 1585 los vecinos de la isla gallega de Ons Bartolomé Díaz y Juan Ramos Díaz colaboraron con los franceses en el saqueo de la misma. Uno de los peligros de la piratería era que aprovechaba con vigor todos los resquicios de la seguridad.

                Fuentes.

                Archivo General de Indias.

                Indiferente General, 422, L. 16.