LOS NIVELES DE RIQUEZA CAMPESINA Y LAS CREENCIAS RELIGIOSAS.

30.03.2019 20:05

               

                Un tópico muy arraigado ha venido insistiendo en la religiosidad de los campesinos europeos de la Edad Media, el tiempo de la fe. Sus creencias carecerían de fisuras y estarían prestos a defenderlas, al modo de los cruzados. Lo cierto es que tanto la Reforma como la Contrarreforma persiguieron ciertas creencias consideradas paganas. El origen de las mismas es discutido, pero duraron a veces más de lo que se ha supuesto. El gran historiador y tratadista Rafael Altamira refirió para los campesinos de la provincia de Alicante de comienzos del siglo XX:

                “En materia de entierros hay en la provincia (…) especialidades dignas de nota. La (…) más extendida es la vel.la o vela de párvulos difuntos, muy general entes, con tendencia a desparecer, pero todavía mantenida en algunas localidades, como Pego, Jijona, la capital (familias recién inmigradas del campo) y otras. Consiste esta costumbre en reunirse en la que fallece un niño todos los miembros de la familia, y, con frecuencia, también los amigos, quienes pasan la noche bailando, cantando y comiendo, en señal de regocijo por haber ido al cielo un ángel más.”

                El informe de la Junta de Agricultura de Castellón en 1850 relacionaba la condición económica de los campesinos con el seguimiento de las devociones eclesiásticas:

                “Las costumbres de la población agrícola de esta provincia consisten en trabajar todos los días los jornaleros que tienen jornal, y los que no lo tienen se ocupan los más aplicados en las poblaciones de la montaña en trabajarse el calzado de esparto para toda la familia y cortar leña para su hogar o para vender, en las poblaciones de mucho regadío se ocupan de recoger materias perdidas para confeccionar abonos y venderlos (…). La religión únicamente la practican yendo a misa muy temprano los días festivos. La clase de los colonos aunque casi todos son pobres y arrendadores de pequeñas porciones por estar tan dividida la propiedad suelen vivir con honradez (…). En lo general tienen buena moralidad, y concurren los días festivos no solo a misa, sí que también a oír las doctrinas del párroco.

                “La clase agrícola propietaria como toda ella salvas las muy pocas excepciones pertenece a la mediana, por tener arrendadas sus tierras los mayores propietarios, es de costumbres arregladas a la buena moralidad y en lo general muy sencilla (…). Son generalmente religiosos y concurren a misa a la Iglesia con frecuencia y aun cooperan a la solemnidad en sus festividades…”

                Los grupos más acaudalados del campesinado imitaron pautas de comportamiento de los estratos dirigentes de la sociedad. El propietario rural de la alicantina Muchamiel José Antón Pastor hizo testamento el 12 de mayo de 1873, a los ochenta y dos años. Nacido, pues, a fines del Antiguo Régimen, estableció ser sepultado con el hábito del monasterio de la Santa Faz, que doblaran las campanas parroquiales y el rezo de misas de cuerpo presente, veinte en estado agónico y ochenta ya fallecido por los clérigos de su localidad, a razón de 1´25 pesetas cada misa. Su albacea debía entregar 30 pesetas a los pobres más necesitados de allí para que le lloraran a cada estación de su entierro. Su caso es indicativo de una mentalidad antigua, que no compartirían sucesivas generaciones ni los campesinos menos adinerados. Al final, la brecha entre devociones católicas y clases rurales pobres se iría acentuando, llenando el espacio otras ideas como el anarquismo.

                Fuentes y bibliografía.

                ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE ALICANTE. Testamentos, 1473, pp. 521-525.

                Altamira, R., Derecho consuetudinario y economía popular en la provincia de Alicante. Edición de 1985 por el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert de Alicante.

                Víctor Manuel Galán Tendero.