LEYENDA Y ASTRONOMÍA, TAURO. Por Esteban Martínez Escrig.

28.07.2016 21:13

                

                Los astrónomos sumerios, grandes escudriñadores de la bóveda celestial, observaron con atención el cúmulo de estrellas de Híades y acertaron a contemplar, no sin cierta creatividad visual, la cara de un toro con una mota de plata sobre su morro. Dos blancas estrellas rematan sus cuernos alargados. Su ojo lo configura el anaranjado Aldebarán.

                El collar de estrellas de su cuello lo forman las Pléyades, las siete hermanas de las tradiciones antiguas, igualmente hermanas del gigantesco Atlas, por lo que fueron desterradas por Zeus a aquellas regiones celestiales.

                Para los pueblos de la Antigüedad Tauro simbolizaba la virilidad y la constancia hasta tal punto que se le asimiló a deidades tan significativas como Osiris o Zeus. Otros lo consideraron el toro que Poseidón envió a Creta a petición del rey Minos, que incumplió su promesa de sacrificarlo. Poseidón lo castigó haciendo que su esposa se enamorara del toro, origen del temible Minotauro.

                Ya los babilonios narraban que el celestial dios Anu creó al Tauro de las estrellas por deseo de su hija Ishtar, la belicosa diosa del amor. Todo un juego de asociaciones.