LAS OTRAS GRANDES MURALLAS CHINAS, LAS DE NANJING. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

21.11.2020 13:00

 

                A comienzos del siglo XIV, los mongoles dominaban China, pero una parte de su población se hartó de su régimen. Un campesino pobre, Zhu, terminó encabezando la rebelión y en 1356 tomó Nanjing, la capital del Sur, a orillas del Yangtzé. Se convirtió en el emperador Hongwu, el primero de la dinastía Ming, que gobernó hasta su muerte en 1398, a los sesenta y nueve años.

                Hongwu erigió Nanjing en su capital y ordenó fortificarla en consonancia, en un despliegue digno de la Gran Muralla. Entre 1366 y 1388 se construyeron sus sinuosas e imponentes murallas, cuyos treinta y tres kilómetros de longitud protegían un área de sesenta kilómetros cuadrados.

                El usual esquema de muralla de trazado rectangular fue abandonado en este caso por otro de dibujo más complejo y adaptado a la topografía del terreno. Al pie del monte Zijin Shan, la montaña púrpura, Nanjing contaba al Oeste con la protección del Yangtzé que la ceñía y al Este del bosque y de las colinas de bambúes. Asimismo, el lago Xuanwu reforzaba esta protección natural y dispensaba además agua potable a sus gentes. Los constructores tuvieron la cautela de incluir en el trazado la colina del León, al Nordeste.

                Los pilares de la muralla se hicieron con granito o piedra caliza. Sobre los mismos, se alzaron las murallas interiores y exteriores. Las interiores se construyeron con un singular mortero de cal y arroz apelmazado. El ladrillo se empleó para las exteriores. El hueco entre ambas murallas se rellenó con tierra amarilla, gravilla y ladrillos rotos. Así se consiguieron unas defensas de catorce metros de grosor y veintiuno de altura, capaces de aguantar los proyectiles lanzados por las catapultas enemigas.

                El orgullo de los fabricantes de ladrillos se reflejó en las inscripciones de sus nombres a cada cierta distancia de la muralla, pues unos inspectores comprobaban con la ayuda de soldados la idoneidad y resistencia de su trabajo, golpeando fuertemente los ladrillos antes de ser puestos. Se calcula que en trabajaron en las obras hasta 200.000 trabajadores, ciertamente expertos en albañilería, y que se removieron hasta 0´2 millones de metros cúbicos de tierra.

                La muralla contó con trece puertas, descollando la meridional de Zhonghua, una verdadera fortaleza avanzada o barbacana que protegía el tramo menos protegido naturalmente. Encabezada por su imponente puerta principal, albergaba tres pasajes sucesivos con sendas puertas dotadas de rastrillo. En el caso que un enemigo accediera a uno de estos pasajes, se podían abrir de improviso unas puertas laterales a unos patios, donde los aguardaban los soldados encargados de repeler el ataque. La barbacana contaba con cámaras de almacenaje y acuartelamiento, con capacidad para 3.000 soldados. Disponía a su vez de dos rampas laterales, con escaleras para los soldados en sus dos tercios y con caída suave en su tercio restante para las máquinas de guerra.      

                La fuerza de las defensas de Nanjing era bien notoria.

                Bibliografía.

                Arthur Cotterell, The Imperial Capitals of China. An Inside Wiew of the Celestial Empire, Londres, 2007.