LAS DEUDAS DE UN SEÑOR EMPERADOR.

16.12.2017 09:34

                

                Carlos V, o Carlos I entre nosotros, es indiscutiblemente una figura de primer orden de la Historia de Europa, a la altura de Carlomagno o de Federico II. Sus guerras han dado notable materia a los historiadores, pero también el coste de las mismas. Don Ramón Carande se ocupó de sus finanzas en su memorable obra Carlos V y sus banqueros (reeditada en tres volúmenes por la Editorial Crítica en 1990). En su segundo volumen, el de La hacienda real de Castilla (pp. 584-585), ofrecía don Ramón estas cifras en ducados:

Concepto

Montante total

Parte ya pagada

Parte debida

Casa de S. M.

160.000

58.500

101.500

Casa de la reina

146.000

80.000

66.000

Guardas

200.000

88.000

112.000

Pequeños extraordinarios

60.000

34.300

25.700

Galeras de Doria

90.000

60.000

30.000

Galeras de España

53.000

23.000

30.000

Fronteras de África

70.000

8.000

62.000

Fuerzas de Perpiñán

70.000

40.850

29.150

Obras de Perpiñán

10.000

10.000

-

Salario del duque de Alburquerque

8.000

2.000

6.000

Zabras y bergantín

2.000

-

2.000

Armas

4.121

-

4.121

Cambios

62.000

-

62.000

Reembolsos por secuestros de caudales de Indias

30.000

-

30.000

Otros guardas

18.000

-

18.000

Total

1.001.321

404.650

596.671

 

                Además, debían añadirse otras deudas por recaudación, que figuran aparte en la contabilidad:

Concepto

Suma adeudada

Cargo en tesorería

30.000

Enajenaciones

17.000

Rentas ordinarias

88.000

Medios frutos

60.000

Cambio de genoveses

25.000

Juros y otros

No se especifica

Total apuntado en la contabilidad

376.671


                

                La previsión de 1538 para cubrir semejantes gastos distaba de ser halagüeña. Las rentas ordinarias podían ascender a 422.000 ducados, que tenían de entrada asignado un situado de 23.666. La suma que podía lograrse por la enajenación de bienes de las Órdenes Militares, 151.609, también se veía mermada por otro situado de 42.609 ducados.

                Por si faltara poco, ambos ingresos debían satisfacer un alcance de 8.000 ducados. Se estimó para aquel año un gasto de 400.000 ducados de guardas y de 440.000 de la Casa del Rey. En estas circunstancias, se esperó como agua de mayo el producto del servicio concedido por las Cortes de Castilla, de la Cruzada y de las Indias. La prosecución de la guerrera empresa imperial dependió después de todo del avance financiero de las grandes casas crediticias, finalmente pagado por gentes como los sufridos castellanos.

                Víctor Manuel Galán Tendero.