LA LUISIANA ESPAÑOLA Y EL TEMOR A LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

24.05.2019 17:17

                Tras su derrota en la guerra de los Siete Años, Francia terminó cediendo a su aliada España los territorios de la Luisiana Occidental, cuyo principal núcleo urbano era Nueva Orleans. Los españoles emprendieron una importante obra colonizadora, pero la independencia de Estados Unidos y el inicio de la Revolución francesa inquietaron a las autoridades de Luisiana, como a su gobernador y capitán general, el barón de Carondelet, en la primavera de 1793.

                Temió vivamente que la Revolución también prendiera allí. Como sus frutos no podían tener salida en los puertos españoles, dependía comercialmente bastante de Francia. Muchos barcos viajaban hacia Burdeos y los comerciantes franceses acostumbraban a ser activos propagandistas de la causa revolucionaria. Textos y objetos de exaltación revolucionaria circulaban por Luisiana, temiéndose además que acudieran a Nueva Orleans muchos franceses descontentos con las tierras asignadas por los Estados Unidos en los valles del Ohio y del Misisipi. Los españoles eran pocos en comparación con los franceses, que podían recabar la ayuda de los colonos anglo-americanos de Kentucky y verse favorecidos por los alborotos de los esclavos negros y por las acciones de los cimarrones fugitivos.

                La moderada contribución de la Luisiana, reducida a los derechos de entrada por la ropa de sus habitantes, en comparación con otros territorios españoles no tranquilizaba al gobernador, que solicitó un batallón a La Habana, unos doscientos soldados españoles u otros del Batallón de Negros. El envío de tropas desde México resultaba mucho más costoso. Prefería las fuerzas profesionales, pues no confiaba en la pericia de los milicianos, demasiado atentos a sus quehaceres en la agricultura o en otras actividades. Dispuesto a detener a los revolucionarios, se aprestó a la defensa de puntos tan valiosos como Mobile.

                La alarma del gobernador no era compartida por las autoridades superiores españolas. Se le recordó con severidad que su predecesor Miró había empleado con mayor decisión que él el destierro de personas sospechosas, como algunos mulatos. Se le señaló que cualquier tentativa de Luisiana de sumarse a su antigua metrópoli comportaría su ruina económica, dada la hostilidad de Gran Bretaña y los Países Bajos, capaz de bloquear sus comunicaciones marítimas. La proximidad de La Habana les añadiría más problemas militares. Además, Nueva Orleans era una ciudad pequeña con su población demasiado esparcida por el territorio, poco a propósito para la rebelión.

                La situación del Santo Domingo francés inquietaba más a los dirigentes del imperio español por aquel entonces, demasiado comprometido por su enorme extensión, pues la rebelión haitiana amenazaba incendiar todas las Antillas. Sin embargo, la Luisiana española presentaba importantes carencias defensivas y al final terminaría siendo cedida a Francia, para luego pasar a Estados Unidos.

                Fuentes.

                Archivo General de Indias, Estado 14, N. 92.

                Víctor Manuel Galán Tendero.