LA IGLESIA CASTELLANA CONTRIBUYE A LA GUERRA DE GRANADA.

24.04.2018 09:28

                

            A comienzos de 1482 se rompieron las hostilidades en la frontera granadina, y don Fernando y doña Isabel no solo tuvieron que vérselas con las fuerzas nazaríes sino también con las fuertes exigencias económicas de las campañas militares. Caballeros e infantes necesitaban imperiosamente armas, abastecimientos y cabalgaduras de todo género, que debían de pagarse a un buen número de particulares. Las distintas asignaciones económicas a los que acudían en campaña desde lugares más o menos cercanos a la frontera. En las Cortes de Toledo de 1480 se hicieron economías en mercedes de 34.000.000 de maravedíes para sanear el real patrimonio, y al principio de la guerra de Granada las rentas ordinarias de la Corona ascendían a 155.000.000.

                Tal suma, aun así, resultaba corta para acometer la empresa contra los tenaces granadinos, y se recurrió a la mayor depositaria de riqueza en Castilla, la Iglesia, cuyos bienes ascendían a más de 530.000.000 de maravedíes. Según sostiene el cronista Fernando del Pulgar:

                “Asimismo el Papa, para socorrer las necesidades de la guerra de los moros, dio su bula para que todos los prelados y maestres, y el estado eclesiástico de los reinos de Castilla y de Aragón, diesen una suma de florines en subsidio. Y allende de esto, envió su nuncio apostólico al rey y la reina, con su bula de la cruzada, que contenía grandes indulgencias para todos los que la tomasen.”

                El 2 de octubre de 1482, en Córdoba, los representantes eclesiásticos accedieron a conceder un subsidio equivalente al cinco por ciento, que se repartió entre las distintas sedes en florines, la moneda de oro equivalente a 265 maravedíes:

SEDES

SUMA DE FLORINES APORTADA

Toledo

9.805

Burgos

7.657

Sevilla

7.611

Santiago

6.096

Palencia

5.660

León

4.041

Ávila

3.316

Segovia

2.972

Cuenca

2.847

Osma

2.844

Salamanca

2.578

Sigüenza

2.415

Córdoba

2.409

Oviedo

2.161

Zamora

2.027

Orense

1.911

Astorga

1.881

Mondoñedo

1.700

Badajoz

1.459

Jaén

1.394

Plasencia

1.356

Calahorra

1.228

Cartagena

1.173

Coria

1.129

Lugo

805

Ciudad Rodrigo

686

Tuy

595

Mérida

539

Ágreda

196

Alfaro

87

 

                Aunque algunos eclesiásticos toledanos fueron exonerados por los apremios de sus acreedores, el clero se comprometió a pagar 80.578 florines o 21.353.170 maravedíes. Además, hemos de añadir la sustancial aportación de 16.517 florines (4.377.005 maravedíes) de las órdenes militares.

ÓRDEN MILITAR

SUMA DE FLORINES APORTADA

Santiago

6.987

Calatrava

4.339

Alcántara

3.496

San Juan del Hospital

1.695

 

                A la vista de estas sumas, se entiende el interés de la Corona por controlar las órdenes militares, así como la provisión de los titulares de las sedes episcopales.

                Territorialmente, el subsidio de las sedes se distribuyó de esta manera:

TERRITORIO

APORTACIÓN AL SUBSIDIO

Castilla la Vieja

28%

Castilla la Nueva

19%

Andalucía

15´7%

Galicia

14%

León

14%

Extremadura

5%

Asturias

2´7%

Murcia

1´5%

 

                La fuerza de la Iglesia en Galicia era notable, encabezada por la sede de Santiago de Compostela. La peregrinación a tan importante punto de la Europa cristiana sería atendida con gran interés por los Reyes Católicos. La primacía de Toledo, con el permiso de Burgos, era incuestionable, aunque el territorio más rico correspondería a Castilla la Vieja, dotada de un buen número de localidades de importancia media. Al Sur del sistema Central, los territorios de Castilla la Nueva ofrecían una imagen más halagüeña que la de siglos posteriores. El comercio con el reino de Valencia ya estaba rindiendo óptimos frutos a villas como la de Requena, entonces castellana. A la riqueza de la Iglesia en Castilla la Nueva hemos de añadir la de una buena parte de la de las órdenes militares, como la de Santiago. A este respecto, la fortuna de León y su histórica prolongación de Extremadura aparece más discreta. La potencia económica de la sede ovetense también quedaba lejos de la de Santiago. En la Andalucía bética, entonces enfrascada en las campañas contra el sultanato nazarí, el despunte de Sevilla resultaba evidente, relegando a Córdoba y a Jaén a posiciones mucho más discretas. El obispado de Cartagena, con sede en Murcia y una jurisdicción que se extendía al Sur del reino de Valencia, presidía eclesiásticamente un territorio que comenzaba a dar signos de expansión a fines del siglo XV.

                La Corona de Castilla, en conclusión, contaba con no escasas fuerzas, cuya efectividad dependía del acierto de su conducción.

                Víctor Manuel Galán Tendero.                                                                               

                Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS.

                Cámara de Castilla, Diversos, 2, 48.