LA DIFICULTOSA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA DE LA MOSQUITIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

24.10.2020 12:00

 

                La derrota británica en la guerra de independencia norteamericana en 1783 fue aprovechada por España para recuperar territorios perdidos o afirmarse en otros, como en la difícil costa de los Mosquitos. Entre finales del reinado de Carlos III y el de su sucesor Carlos IV, los españoles intentaron reafirmarse en la estratégica área del golfo de México, pero tuvieron una fortuna muy diversa.

                Los británicos se habían interesado desde hacía tiempo por la costa de los Mosquitos, por su riqueza forestal y oportunidades estratégicas, en la valiosa América Central cercana al istmo de Panamá. Tras ser vencidos en aquella guerra, fueron obligados a evacuar sus posiciones allí, una compleja operación que en 1787 todavía no se había concluido. Los españoles movilizaron sus fuerzas navales y terrestres de La Habana y Cartagena de Indias para facilitarla y coronarla, dispensando transporte a los evacuados.

                El territorio pasó a depender de la Audiencia de Guatemala, dentro del muy extenso virreinato de Nueva España, aunque el más cercano gobernador intendente de León de Nicaragua estuvo más al tanto de la situación.

                Una primera necesidad de la autoridad española fue la de contar con una guarnición que mantuviera la obediencia del territorio, en la medida de lo posible. Desde Guatemala se mandaron con no poca dificultad unos 200 soldados de los regimientos de infantería del Rey, del Resguardo y de Hibernia.

                Tal medida se mostró insatisfactoria, pues la misma Guatemala se vio desasistida de fuerza militar, cuando las milicias se tachaban de gravosas para las vidas y la hacienda de sus vecinos. La Mosquitia era además insalubre para muchos de los soldados, que enfermaban y morían con facilidad por culpa de las fiebres. Se instó al retorno de la mermada guarnición de río Tinto y del cabo de Gracias a Dios. En muy precario estado quedaron allí unos 100 soldados, con la expectativa de la asistencia dada desde Cuba.

                La costa de los Mosquitos era un territorio agreste, poblado por amerindios, zambos, mulatos y personas que buscaron allí una vida más libre. Algunos británicos, angloamericanos y franceses se aventuraron allí en busca de beneficios. Los españoles se las tuvieron que ver con dirigentes locales como el temido rey Jorge, el poderoso mulato descrito por aquéllos como un déspota que levantaba más de un partido contrario.

                Para reconocer las posibilidades del territorio, Antonio Porta y Costas reconoció el litoral del cabo de Gracias a Dios a Blufields, con valiosas indicaciones geográficas y políticas que dio a conocer a las autoridades en 1790. Emprendió aquella expedición con medios como las piraguas, arrostrando unos recios vientos contrarios, que consideró muy perjudiciales. Dio buena cuenta de los poderes locales y de las potencialidades de aquellas tierras, con sabanas de abundante hierba favorable a la cría de ganados, con terrazgos de costoso regadío a la europea y valiosa explotación forestal.

                Los españoles, mejor informados, quisieron impulsar la colonización de la costa de los Mosquitos con gentes llegadas de Galicia y Asturias desde 1788. Sin embargo, los repobladores enfermaron de escorbuto durante el viaje a causa de las condiciones de los barcos. Reducidos al consumo de sus gazpachos, no se les dispensó el aceite y el vinagre necesarios, lo que desató el enojo de las autoridades encargadas de la repoblación de Puerto de Trujillo. También se recabó la participación de familias de Canarias.

                Igualmente se quiso ganar a la causa española a los jefes locales, especialmente a los más cercanos a los establecimientos españoles. Al modo de la Roma imperial y de lo ya practicado por los españoles en América, se pensó que la educación a la hispana de los hijos de aquéllos favorecería el dominio del territorio al crear lazos afectivos sólidos. Se estableció contacto con el mayor general mosco Gaspar Jaal, consejero de Perquín Tempis, uno de los tres jefes principales de la Mosquitia, cuyos súbditos colindaban con los españoles.

                En las negociaciones se quiso hacer ver la humanidad y agasajo de la nación española, pero la realidad fue otra. Los españoles vendían más caro y compraban a menor precio las mercancías que los británicos, que acechaban en la boca del río de San Juan. Cartagena de Indias fue apercibida del riesgo, pero los británicos y otros prosiguieron talando maderas con el apoyo de los grupos locales.

                La tardía colonización española fue, pues, complicada y los nuevos enfrentamientos con Gran Bretaña, al calor de las guerras de la Revolución y del Imperio, resultarían todavía más perjudiciales.

                Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra, legajo 6947, 7, 12 y 17.