LA DECEPCIÓN SOVIÉTICA, EL K-19. Por Noelia García Hernández.

14.11.2014 17:33

 

    Los primeros misiles balísticos con cabezas atómicas que llevaron los submarinos de la URSS fueron instalados en el K-19, de trágico destino inmortalizado en el cine.

    El K-19 respondía al deseo soviético de fines de los cincuenta de no quedar por detrás de EE. UU. en la carrera armamentística y de contar con el poder de destruir las grandes metrópolis norteamericanas desde una plataforma móvil difícil de destruir.

    Su construcción se inició el 17 de octubre de 1958, y bautizado el 8 de abril de 1959. En la ceremonia no se escogió una mujer, sino a un hombre, para romper una botella de champán que rebotaría en el casco. Malos indicios para los supersticiosos por mucho que se ensalzara al nuevo hombre comunista.

                                      

    Se terminó definitivamente la nave de construir el 12 de noviembre de 1960. El 30 de abril del 61 llegó su hora de la verdad, al entrar en servicio activo. Su comandante sería el capitán de primera clase Nikolai Vladimirovich Zateyev. Participaría en unas maniobras al Sur de Groenlandia en las que desempeñaría el papel de nave atacante estadounidense.

    Al K-19 se le presentó un grave problema. En uno de sus reactores se produjo una fuga en el sistema de refrigeración primaria. Fallaron las bombas del reactor de popa. Para colmo de males un accidente desactivó su radio de largo alcance, incomunicándolo con los submarinos cercanos y con Moscú.

    Se descontroló la temperatura del reactor, y se descendió por debajo del punto de fusión de las barras de combustible. Ante los índices de radiación altos, la tripulación luchó denodadamente por enfriar el reactor. Se consiguió a costa de las vidas de 22 de los 137 tripulantes.

    La URSS nunca reconoció sus errores ni aceptó sugerencias por razonables que fueran. El comandante del K-19 había pedido un sistema alterno de emergencia sin éxito. Los accidentes en la Flota Roja se silenciaron y toda revelación castigada de forma punitiva. El K-19 simbolizó la obcecación soviética disfrazada de eficiencia.