LA CIUDAD EGIPCIA DE LOS COCODRILOS SAGRADOS. Por Remedios Sala Galcerán.

02.01.2015 00:52

                

                Con seis metros de largo y más de setecientos kilos de peso, los cocodrilos nilóticos imponen un fundado temor, arrancando con sus fuertes mandíbulas trozos de carne de sus infortunadas víctimas.

                Transformando el terror en devoción, los egipcios reverenciaron a tal criatura bajo la forma del dios Sobek, con cabeza de saurio y cuerpo humano, otorgándole un carácter ciertamente benéfico. Del caos originario fue capaz de crear la corriente del caudaloso Nilo, elemento esencial de fertilidad. Su benevolencia también se hizo patente en los relatos en los que ayudó a aniquilar al taimado Seth

                Entre todos los egipcios fue el faraón del Imperio Medio Amenemhat III (1853-1797 antes de Jesucristo), sucesor de Sesostris III, el que descolló en la adoración de Sobek y de los cocodrilos sagrados aprovechando los importantes logros de su gobierno.

                Amplió sus posesiones alrededor del lago Moeris, en la región del Fayum, gracias a los trabajos de saneamiento e irrigación. Allí se emplazó la importante ciudad de Shedet, conocida por los griegos con el nombre de Cocodrilópolis.

                En tal urbe amplió el templo consagrado a Sobek. En un estanque frecuentado por los peregrinos se ofrecían ofrendas a los cocodrilos sagrados o petesuchos, resultando de gran utilidad la pericia de los sacerdotes a la hora de abrirles sus mandíbulas.

                En las proximidades de Cocodrilópolis, al Norte de Hawara, ordenó el faraón susodicho construir una gran pirámide que a causó la más honda admiración de ilustres viajeros de la Antigüedad como Heródoto. Su complejo anexo inspiró la idea del laberinto entre los griegos, según varios historiadores.

                La apertura a la explotación de las minas del Sinaí, y el establecimiento del nilómetro para conocer con mayor precisión el alcance de las inundaciones, permitiendo calcular mejor la cosecha esperada, le proveyeron de abundantes recursos con los que glorificar a Sobek, el divino representante de los cocodrilos del Nilo.