LA CARTA ATÓMICA DE COREA DEL NORTE. Por Antonio Parra García.

12.08.2017 18:47

                

                La tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte inquieta sobremanera a la comunidad internacional por el riesgo de utilización de armas nucleares. Trump no goza de grandes simpatías como presidente de los Estados Unidos. Su oponente, el norcoreano Kim Jong-un, es considerado un dirigente despótico y beligerante. Más allá de los personalismos, a veces tan importantes en la Historia, el conflicto presenta unas hondas raíces.

                La guerra de Corea, como es de sobra conocido, fue uno de los grandes conflictos del período de la Guerra Fría, que en la península coreana tuvo poco de gélida. Los combates no consiguieron deshacer la división de la Península y el Norte exhibió frente a sus vecinos del Sur su mayor empeño en la lucha llevada a cabo contra los conquistadores japoneses entre 1905 y 1945. Hasta 1975 superó en renta per cápita a una Corea del Sur regida dictatorialmente y marcada por las dificultades económicas. La rivalidad entre la URSS y China dentro del bloque comunista la favoreció claramente, ya que ambas potencias se disputaron su favor en tan estratégica área. Con el patrocinio soviético, Corea del Norte ingresó en 1974 en el Organismo Internacional para la Energía Atómica. No obstante, en 1985 se adhirió al Tratado de No Proliferación Nuclear.

                La emergencia de la nueva Corea del Sur, que experimentó un intenso crecimiento económico, fue una bocetada para el régimen de Corea del Norte. Se propuso boicotear las Olimpíadas de Seúl de 1988 con la ayuda de los países del bloque comunista, pero solo Cuba la secundó en sus planes. El acercamiento diplomático de Corea del Sur a la Unión Soviética de Gorbachov ocasionó una gran inquietud. Sin mucho éxito, trató de compensarlo acercándose al Japón.

                La descomposición del bloque comunista hizo saltar todas las alarmas. Los dirigentes norcoreanos temieron ser ejecutados como los de Rumanía o procesados al modo de los de la Alemania Oriental. La persistencia del bloqueo estadounidense a Cuba no hacía concebir mejores esperanzas cuando el derrumbe de la URSS le privaba de su principal suministrador petrolífero y nuclear. China no se mostró más indulgente al reclamar el pago en divisas fuertes de su petróleo.

                En este momento Corea del Norte jugó con fuerza su carta nuclear. Algunos de sus dirigentes pensaron que Estados Unidos no la sometería al bloqueo a la cubana si esgrimían la amenaza atómica. En 1993 abandonó la No Proliferación Nuclear. Se estima que a comienzos del siglo XXI Corea del Norte contaba con cuarenta y una centrales nucleares que dispensaban el 30% de la energía eléctrica consumida por el país, y se proyectaba construir diez más para cubrir el 45% de aquélla. Con la construcción de reactores-reproductores rápidos y sus reservas de plutonio, Corea del Norte se propuso fabricar cohetes de combustible sólido para lanzar misiles intercontinentales. El Scud de diseño soviético fue su modelo.

                Estados Unidos emplazó en 1993 baterías de misiles Patriot en Seúl, pero Corea del Sur y Japón no secundaron entonces planes más ofensivos. Los japoneses vieron con preocupación el corte de sus relaciones económicas con Corea del Norte y el alcance de los gastos militares que deberían de asumir por su alianza con los estadounidenses. Partidaria de la paz y de la división de la península coreana, China no vio con buenos ojos cualquier acción militar contra Corea del Norte.

                La visita del expresidente Carter en 1994 ayudó a evitar el enfrentamiento. A cambio de asistencia económica de Corea del Sur, Japón y Estados Unidos, Corea del Norte se comprometía a disminuir su fuerza nuclear. De todos modos, la hambruna golpeó al país en 1995 y en los años siguientes. El estallido de la crisis económica asiática en 1997 dificultó la ayuda económica.

                En 1998 volvieron a sonar las alarmas. Los norcoreanos lanzaron un misil de tres cuerpos con combustible líquido que cruzó el espacio aéreo japonés. Las aseveraciones de que se trataba de la puesta en órbita de un satélite no tranquilizaron a nadie. Estados Unidos movilizó sus bombarderos estratégicos B-52 y B-2, se habló del Teatro de Defensa con Misiles y la ONU comenzó a aplicar sanciones económicas. El peligro de un enfrentamiento nuclear en un área con algunos países de altísimas densidades de población y tan sensible para la economía mundial como la del Extremo Oriente asiático-Pacífico condujo a nuevas conversaciones en 2009.  

                El régimen de Corea del Norte había cumplido los peores presagios al convertirse en un Estado paria dentro del orden asiático. Considerado por Washington un Estado-delincuente, ha hecho de la amenaza nuclear su principal baza diplomática. En el 2016 hizo una detonación subterránea de su primera bomba de hidrógeno y en el 2017 probó un misil balístico intercontinental.

                Rodeado en apariencia de un aparato monolítico, Kim Jong-un ha amenazado varias veces con atacar territorio estadounidense en los últimos meses. Se ha vanagloriado de sus bravatas y ha anunciado bombardear la posición de Guam. Trump ha respondido verbalmente con contundencia. Cuestionado dentro de su país, parece que actúa como un negociador agresivo. El tono de las declaraciones de ambos preocupa a todo el mundo, que temen que se llegue a un punto sin retorno. Rusia, finalizada su luna de miel con Trump, advierte de los riesgos, al igual que China, temerosa de un conflicto de consecuencias fatales e imprevisibles. Corea del Norte se encuentra sola: si tomara una iniciativa de ataque, se enfrentaría a la fuerza estadounidense aliada con surcoreanos, japoneses y australianos. A los riesgos de las detonaciones atómicas, se sumaría el del destino de Corea del Norte. ¿En qué estado quedaría? ¿Se plantearía la unificación de la península? ¿Cómo la contemplarían China y Rusia? A día de hoy esperamos que todo quede en mera fanfarronada de un juego tan peligroso para la Humanidad como el del conflicto nuclear.