LA BATALLA QUE SE LIBRÓ BAJO LA PROTECCIÓN DE SAN PATRICIO. Por María Berenguer Planas.

17.03.2015 06:53

                

                Tal día como hoy de 1452 se libró un encarnizado combate, una reñida batalla para sus protagonistas, en la frontera oriental de Castilla con el emirato de Granada, la de Los Alporchones, ejemplo de los lances caballerescos de una tierra donde las emboscadas y las celadas dieron poca ocasión a la guerra cortesana de los libros de caballerías.

                En estas batallas no sólo se luchó por la fe, sino también por el prestigio militar que abría las puertas del poder en los distintos reinos.

                En Granada el gobierno de Muhammad IX era tenido por despótico por muchos, y algunos se volvieron hacia su sobrino Muhammad X el Cojo en 1445. Otros se decantaron por el príncipe Yusuf, cuya alianza con Castilla le terminaría pasando una temible factura.

                Las cosas no andaban menos revueltas en Castilla, donde la privanza de Álvaro de Luna con el rey Juan II no ocasionaba menos descontento. En el reino castellano de Murcia la muerte del adelantado Alonso Yáñez Fajardo en 1444 encendió los enfrentamientos entre las distintas facciones. Rodrigo y Fadrique Manrique y el alcaide de Lorca Alonso Fajardo el Bravo recibieron circunstancialmente la ayuda militar de Juan de Navarra (futuro rey de Aragón) y de Muhammad X contra los servidores del marqués de Villena.

                En 1450 el sultán Muhammad X, especialmente poderoso en la zona de Almería, concentró 3.000 jinetes y 12.000 infantes con el pretexto de tomar represalias contra las incursiones de los corsarios alicantinos. Tanto el Sur del reino de Valencia como el de Murcia estaban en su punto de mira. Los granadinos atacaron puntos como el valle de Ricote, llevándose a buena parte de sus pobladores mudéjares.

                Ese mismo año Juan II de Castilla no tuvo más remedio que concertar una tregua con los granadinos de Muhammad X, confesión de derrota según Luis Suárez. Al año siguiente los mismos granadinos la dieron por rota. Se prepararon para nuevas expediciones en busca de prestigio político y de botín.

                La más importante de todas fue la conducida por Malik ibn al-Abbas, cuyos objetivos fueron el campo de Cartagena y la aragonesa Orihuela. El saqueo resultó sustancioso y los triunfantes granadinos emprendieron el camino de retorno hacia Vera por el interior del reino murciano.

                                                        

                En un ardid digno de la frontera, Alonso Fajardo el Bravo había desplegado a sus informadores por el territorio y aguardó al enemigo en el campo lorquino de los Alporchones con fuerzas de diferentes puntos del reino.

                                                           

                No riñeron la batalla más de cinco mil hombres entre castellanos y granadinos, entre jinetes y peones. Se luchó denodadamente cuerpo a cuerpo, cayendo catorce almocadenes musulmanes. A nosotros nos puede parecer un combate más en una Historia sangrienta, pero para los castellanos de la época constantemente enfrentados al peligro fue un verdadero respiro, ofreciendo Lorca erigir un templo en honor de San Patricio, que alcanzó el título de colegiata.