LA ARMADA ESPAÑOLA BAJO LA II REPÚBLICA. Por Gabriel Peris Fernández.

13.07.2017 12:58

                

                La República conservó el ministerio de Marina junto al de la Guerra, lo que hoy en día se agrupa en el de Defensa. Sus primeros titulares fueron Santiago Casares Quiroga y José Giral Pereira. Para varios especialistas, su gestión al frente del ministerio estuvo muy determinada por la de Manuel Azaña al frente del de la Guerra.

                La Armada española bajo la República contó con dos acorazados, dos cruceros pesados, seis cruceros ligeros, un crucero acorazado, un crucero protegido, veinte destructores, siete torpederos, cuatro submarinos de clase A, seis submarinos de la B, seis de la C, un cañonero,  cuatro guardacostas, un porta-hidroaviones, un buque de rescate y dos buques escuela. Se encontraba lejos de la británica, todavía la primera del mundo, pero su recuperación tras 1898 era más que evidente.

                Las flamantes autoridades republicanas se congratularon de la actitud de la Armada durante el cambio de régimen. Los mandos que no desearan prometer adhesión a la República podían pasar del servicio activo a la condición de retirados.

                Se sustituyeron los nombres de carácter monárquico de algunos barcos de guerra y se cambiaron los emblemas de la Armada. El cambio de bandera no gustó a varios mandos, al considerar la roja y gualda la de la marina de guerra antes de convertirse en la enseña nacional.

                Igualmente polémicas fueron las disposiciones disciplinarias. El 11 de mayo de 1931 se suprimió el Consejo Supremo de Guerra y Marina. Sus atribuciones pasaron al Tribunal Supremo. La unidad del fuero fue censurada por algunos oficiales como favorecedora de la indisciplina de la marinería. Las ideas revolucionarias ya habían arraigado por entonces en parte de las tripulaciones, al igual que en las armadas de otras naciones. Se ha considerado que un barco de guerra era como una factoría industrial flotante, con sus tensiones acumuladas.

                Para reorganizar la Armada se creó la Comisión del Cuerpo General y otra de los otros Cuerpos. Se suprimió el empleo de capitán general de la Armada y almirante. Se crearon los Cuerpos Auxiliares con categoría de oficiales ante la desconfianza política que suscitaban los oficiales patentados, lo que fue motivo de muchas controversias. El cuestionamiento del cuerpo de Artillería Naval y el de Infantería de Marina también causó seria inquietud.

                Los problemas económicos impidieron desarrollar los planes previos de construcción naval a satisfacción. Los tres submarinos de clase D aprobados por Giral se harían a la mar pasada la Guerra Civil. El plan Rocha de 27 de marzo de 1934 suponía construir dos minadores y un buque planero, además de fabricar armamento submarino. Los minadores se botaron en 1935 y en 1937 entraron en servicio. Posteriormente se aprobó la construcción de dos minadores más, y se proyectaron dos destructores y dos cañoneros minadores, que se terminaron pasada la Guerra Civil.

                La Armada participó en la expedición del coronel Capaz de ocupación de Sidi Ifni en abril de 1934, y en el aplastamiento de la Revolución de Octubre del 34. La Guerra Civil la desgarró, aunque muchas de sus unidades se decantaron por el campo republicano, al imponerse las tripulaciones a sus oficiales.