EL SIGNIFICADO DEL MEGALITISMO. Por Esteban Martínez Escrig.

17.12.2015 06:52

                Entre el 5400 y el 1400 antes de Jesucristo distintas comunidades de la Europa Occidental comenzaron a alzar una serie de imponentes edificaciones con grandes piedras, las megalíticas, sobre cuyos orígenes y significados mucho se ha dicho y escrito.

               

                Hoy en día no se defiende su procedencia del Próximo Oriente, a modo de antorcha de la civilización, y se postula su desarrollo dentro de la evolución de las sociedades que pasaron de la caza y la recolección especializada a la agricultura y a la ganadería, capaces de crear la metalurgia y de poner en pie una organización comunitaria compleja, con la disciplina laboral y las habilidades técnicas necesarias para su construcción.

                Dentro de estos monumentos, los dólmenes de corredor muestran más a las claras su función, la de un verdadero sepulcro colectivo en el que se rendiría culto a los antepasados, verdaderos protectores de aquellas sociedades gentilicias cada vez más estratificadas. Algunos antropólogos han puesto en conexión estas evidencias arqueológicas con la devoción que los celtas mostrarían más tarde hacia los difuntos, aunque lo cierto es que esta clase de estructuras también se han localizado en zonas (como las del Sureste ibérico) en las que la cultura que asociamos a los celtas no tuvo presencia.

        

                La función social de las necrópolis se atestigua también con precisión en los hipogeos o tumbas excavadas en la roca de la isla de Malta, que algunos han considerado un territorio sagrado recurriendo una vez más al discutible argumento celta. Según estas interpretaciones, el lugar sagrado permitiría el retorno al seno de la diosa tierra. De todos modos, sobre las creencias de las personas de esta época ciertamente no del todo conocida tenemos más sugestiones que evidencias incuestionables.

                En el largo período que abraza las edades del cobre y del bronce las jefaturas ganaron en poder y en prestigio, lo que ha inducido a interpretar los enhiestos menhires como símbolos de poder al estilo de los moais de la lejana isla de Pascua, pese a que se trata de una sociedad distinta. Los menhires representarían a los antepasados que al hincarse en la tierra la fertilizarían. Esta interpretación no acaba de precisar el significado exacto de las notables alineaciones de la bretona Carnac, que no sabemos a ciencia cierta si se trataría de un complejo ceremonial. Algunos menhires más modestos quizá sirvieron para delimitar territorios.

                Carnac no se ha librado de la interpretación astronómica, que la ha entendido como una especie de templo solar en sus versiones más osadas. Una interpretación que también ha planeado sobre los trilitos de Stonehenge dispuestos en círculo. La orientación astronómica de esta importante construcción no invalida su lugar de enterramiento privilegiado de una minoría cada vez más destacada.

                Por encima de las discrepancias, el fenómeno del megalitismo acredita la pericia de unas comunidades cada vez más organizadas y diestras, capaces de organizar mejor un extenso territorio para aprovechar de manera más eficiente sus recursos.