EL SEPULCRO DEL DUQUE DE BORGOÑA. Por Jennifer Torres Padilla.

14.05.2018 15:06

INTRODUCCIÓN.

El sepulcro pertenece a Felipe II el Atrevido, figura bastante relevante que ostentó el ducado de Borgoña.  Participó con quince años en la batalla de Poitiers (1356), y fue sepultado en el mausoleo familiar de la cartuja de Champmol, mandada construir por él mismo, ya que quería crear allí un nuevo centro artístico.

Fachada de la cartuja de Champmol

Fuente: https://www.flickr.com/photos/rmunoz_yeti/15052503796 9/V/18

Su sepulcro fue realizado por el gran artista Claus Sluter, que llegó a ser escultor de cámara del propio Felipe y su hijo Juan Sin Miedo. Este artista tuvo como maestro al gran Jean Marville, cuya influencia se aprecia claramente en la estructura del sepulcro. Al principio, el encargo de dicha obra se realizó a Jean Marville, pero a su muerte tomó el relevo Claus Sluter. A su llegada, algunos de los materiales que se necesitaban ya estaban encargados.  Es en esta obra donde finalmente se observa la gran capacidad que poseía Claus Sluter para retratar el rostro humano. Fue una obra que ocupó gran parte de su vida artística, e incluso, a la llegada de su muerte, la obra no estaba acabada y tuvo que tomar el relevo su sobrino Klaus de Werber. Cuando la obra corrió de la mano de Jean, se centró en los elementos arquitectónicos y de la propia escultura. A su fallecimiento, poseemos una especie de galería acabada.

ANALISIS DE LA OBRA.

Adentrándonos ya en la propia obra, diremos que se trata de una estructura funeraria cuya creación abarcó desde 1381 o1384 hasta 1411. La duda reside en que en 1381 Marville comenzó, pero no es hasta 1384 cuando aparece documentado y se habla del material. [1] Se ubica en la ciudad de Dijon. No fue toda creada por el propio Claus Sluter, sino que la finalización de la misma corrió a manos de su sobrino Klaus de Werbe, como ya hemos dicho.

Vista general de la tumba. https://mireiarteymusica.wordpress.com/tag/felipe-el-atrevido/> (28/III/18)

 Se trata de un sepulcro hecho a base de mármol y alabastro, lo que le da la bicromía tan característica (negro en la propia caja y blanco en el bosque de columnas y arcos que le rodea). Nos encontramos ante un túmulo totalmente exento, el cual se finaliza con una imagen del duque Felipe II en actitud yacente y franqueado por un león y unos ángeles que sujetan su casco. El artista lleva a cabo una innovación al rodear toda la estructura con un sistema de arcos y columnas, de las que emerge un grupo de monjes que reciben el sobrenombre de los “pleurants". En este grupo, se aprecia la monumentalidad y capacidad que poseía el artista a la hora de tratar los paños y los rostros de cada uno de ellos: tal era el nivel que en ocasiones se llegó a compararlo con Donatello. Por una parte, Claus consiguió individualidad en cada uno de ellos, y por otra colectividad.  Cada uno de estos monjes posee una actitud distinta, reflejada cada una de ellas en rostro y postura. Se dice que el escultor de cámara del duque de Borgoña quería mostrar la diversidad de reacciones que podemos tener ante algo tan común como la muerte, lo que recibe el nombre de antropocentrismo doloroso. Con el paso del tiempo, al estudiarse esta obra funeraria, se ha dicho que este grupo de monjes muestra una procesión que acompañó el féretro del duque desde su lugar de muerte hasta su mausoleo dinástico, y se sostiene que estaba formado por nueve clérigos y monaguillos, dos  militares, y una treintena de familiares. Este desfile de personajes encuentra su inicio en la zona donde se ubica la cabeza de la figura yacente del duque, y es encabezado por los miembros del clero y dos cortesanos, que podían ser Don Boniface y Jehan de Vaulx. [2] Las figuras que acaban la procesión giran colocándose de espaldas el uno al otro aludiendo a una procesión de duración infinita en la que los dolidos por la falta del duque velan su sepulcro.

Pozo de Moisés. (9/V/18) 

El estudio que llevó a cabo el artista para conseguir tal realismo en su cortejo lo hizo basándose en los ángeles de la fuente de Moisés.   La capacidad que posee Claus a la hora de ubicar a los personajes de la procesión fúnebre nos permite ver a estos no solo de perfil, sino de tres cuartos, de lado frontal. En algunos de ellos, se puede identificar su estatus social debido a su vestimenta o su labor por algunos objetos portados en las manos. Se mostraba a un niño con un recipiente de agua, dos niños llevando velas, un diacono, un obispo y un clérigo. Además hay tres coristas, dos cartujanos, etc.  El resto de figuras son dolientes, familiares, nobles, etc.  Una vez acabada la obra, podemos contemplar una escultura funeraria digna para el personaje que la encarga y el lugar de honor en el que estaría ubicado en la Cartuja de Champmol, en la que se combinan elementos espirituales con reales.

TRANSICIÓN DE CLAUS.

Detalle de los Pleurants. https://mireiarteymusica.wordpress.com/tag/felipe-el-atrevido/ 28/III/18

Con la creación de esta majestuosa y grandiosa obra, Claus fue poco a poco dejando atrás los elementos que caracterizan el gótico inicial y se acercó al internacional.[3] Este hecho puede observarse claramente en la manera que tiene de hacer salir del marco arquitectónico a los monjes que salen del bosque de columnas y arcos, y en la manera individualista a la vez que grupal que tiene de tratarlos. Todas las figuras que conforman la obra se distinguen por su realismo, lo que nos indica que Sluter era consciente del realismo que poseía el arte clásico. En la figura yacente, la idea era unir las dos visiones de un gobernante, por una parte príncipe y por otra soldado. Este objetivo lo consiguió vistiendo la figura con una túnica debajo de la que posee una armadura. El hecho de que la figura esté con las manos alzadas en forma de plegaria es aprovechado para que las anchas mangas den volumetría.

REPERCURSIÓN HISTÓRICA.

Es tal la belleza lograda, que esta obra funeraria fue tomada como modelo por otros artistas del momento a la hora de crear otros monumentos relacionados con la muerte y el descanso eterno de personajes relevantes. Además, el que fuera tan querida y apreciada  por la sociedad hizo posible que se conservara y que no se destruyera en las revoluciones del siglo XVIII, aunque la figura yacente de Felipe sí que se destruyó y actualmente se muestra una copia de la misma creada en el siglo XIX, de mano de Joseph Moreau[4], aunque se pudieron salvar las manos del original.  Además, algunos de sus elementos habían sido robados tiempo antes de la Revolución, lo que afectó a la figura del lecho.

En el tiempo que duró la construcción de nuestra obra, el artista Claus Sluter pudo admirar otras hechas en París, como es el caso de la tumba de Carlos V,  aunque él no la tomó como modelo, ya que en sus obras la parte del protagonismo es adquirida por las esculturas, y en el caso del monumento fúnebre de Carlos V se acompaña por más   elementos como nichos o marquesinas, eliminando así esa oda de protagonismo escultórico que tanto perseguía Sluter.[5]

Como vemos, la historia ha influido mucho en la obra y, además, las reconstrucciones que se llevaron a cabo fueron tomando como fuente grabados, como los de Dubois-Maisonneuve, los de Gilquin, etc. Respecto a la historia del emplazamiento la obra, en principio se ubicó en la abadía de Champmol, pero con la Revolución francesa, ésta se vendió y al no estar incluidas en la venta las tumbas, se trasladaron las mismas a la abadía de Saint Benigne.[6] Con los traslados sufridos, la obra sufrió daños, entre ellos, el perder letras de la inscripción que poseía la tumba, aunque muchos de sus daños son explicados por una mutilación llevada a cabo por la Comuna.  Tras todo ello, y con su restauración finalizada, la obra está abierta al público. En una de estas obras de restauración la obra fue dañada, por ello se añade un cojín para disimular los daños de la losa. [7]

SUS AUTORES.

Como hemos visto, son diversos los autores que trabajaron en la creación de esta obra, entre ellos, el primero de todos fue Jean Marville, del que no se sabe claro el año de su nacimiento ni su lugar, ya que son varias las zonas que han pretendido ser su lugar de nacimiento, aunque por su nombre artístico, Jean Marville, se cree que fue esa su ciudad natal. Fueron varias las iglesias que tuvieron el privilegio de poseer obras suyas. Creó un taller de escultura, cuyo miembro más afamado fue Claus Sluter, el cual sucedió a este primer artista. Era holandés, nacido en Haarlem, aunque se desconoce la fecha exacta de su nacimiento. Antes de comenzar a trabajar en territorio francés, lo hizo en Bruselas. El último artista que trabajó en la obra fue el sobrino de Sluter, Claus de Werve, nacido también en Haarlem y fallecido en Dijon, como su tío. Como vemos, los dos últimos son artistas holandeses y francés el inicial los que crearon esta obra.

A MODO DE CONCLUSIÓN,

Como podemos observar, los poderosos de la Baja Edad Media no solo le daban importancia a mostrar su prestigio y poderío en vida, sino que querían llevarse esa fama y relevancia a la posteridad. Por ello, los monumentos funerarios de la época a través de símbolos y escenas de pasajes bíblicos, relacionados con algún episodio de la vida de los que la encomendaban, muestran esos rasgos de fama y relevancia deseados.

BIBLIOGRAFÍA.

 

  • Capítulos de libros:
    • MARTÍNEZ PINO, Joaquín. “La escultura gótica”. En: ALEGRE CARVAJAL, E et al. El arte en la baja edad media occidental: arquitectura, escultura y pintura. Madrid: Editorial universitaria Ramón Areces, 2014, p.171-200.
  • Libros:
    • MORAND, Kathleen. Claus Sluter, artist at the court of Burgundy. Londres: Harvey Miller Publishers, 1991.


[1] MORAND, Kathleen. Claus Sluter, artist at the court of Burgundy. Londres: Harvey Miller Publishers, 1991.

[2] MORAND, Kathleen. 1991. PP. 353-360

[3]CERRA,R. “Tumba de Felipe el Atrevido de Klaus Sluter”. En: (1/IV/18)  

[4] MORAND, Kathleen. 1991. PP. 351-353.

[5]MORAND, Kathleen. 1991. PP. 121-124.

[6]  MORAND, Kathleen. 1991. PP. 364-369.

[7] MORAND, Kathleen. 1991. PP. 366-369.