El NEOLÍTICO EN LAS ISLAS BRITÁNICAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

30.07.2014 17:23

 

                La vida humana cambió intensamente con la adopción de la agricultura y de la ganadería, con el neolítico. Las islas Británicas no fueron uno de sus hogares, sino que sus gentes lo tomaron del continente a partir del 4.300 antes de Jesucristo.

                Entre las dos orillas del canal de la Mancha cobró un fuerte brío el comercio de sílex, de gran valía para la elaboración de todo género de instrumentos líticos. En Grimes Graves se abrieron unas importantes minas de tan preciado material. Las nuevas ocasiones comerciales indujeron a muchas poblaciones a mejorar sus comunicaciones, y hacia el 3.700 antes de nuestra era se construyó un camino de tablones de madera en Sweet Track para cruzar una notable área pantanosa.

                La población creció junto a sus necesidades de alimentación, y del 3.600 ya tenemos constancia de huellas de arado en South Street. Tales cambios fundamentaron la cultura de Windmill Hill, en la que se erigieron en distintas colinas centros rituales con forma circular o de óvalo rodeados de una serie de zanjas y taludes. Son los célebres henges, cuyo máximo exponente es Stonehenge en la planicie de Salisbury.

                En las zanjas se han descubierto restos de ganado vacuno, pero también de porcino y ovicáprido. Los canes ya auxiliaban a los primeros pastores, que todavía daban caza por distintos motivos a los ciervos y a los corzos.

                A finales del tercer milenio se erigió en Stonehenge la avenida y la circunferencia exterior adintelada con piedras de unas tres toneladas acarreadas desde las montañas Preseli, a 200 kilómetros del lugar. Mientras el historiador Colin Renfrew interpretó los henges como la apropiación simbólica del territorio por una comunidad humana organizada, Andrew Sherratt los ha considerado un elemento de cohesión grupal a partir del culto a los antepasados.

                Lo cierto es que la neolitización intensificó el grado y la complejidad del poblamiento de las islas Británicas. En Irlanda florecieron los túmulos por doquier. En el valle del Boyne  los túmulos de turba cubrían los sepulcros de cámara con corredor, rodeados de círculos de piedra exteriores. Se han propuesto explicaciones astronómicas, relacionadas con el solsticio de verano, para estos conjuntos. En las islas Orcadas se erigió el poblado de Skara Brae, de viviendas rectangulares con esquinas redondeadas, que estaban enlazadas entre sí por corredores con muros de piedra. Las alacenas y los lechos del poblado también se elaboraron con piedra.

                Hacia el 2.500 antes de Jesucristo la fase neolítica va dando paso a la del empleo de los metales. Los henges se van abandonando, y van apareciendo túmulos que contenían riquísimos ajuares funerarios, habitualmente no vinculados con ningún poblado. Con claros paralelismos armoricanos, la cultura de los señores de Wesex domina el Sur de Inglaterra hasta mediados del segundo milenio antes de nuestra era. Invasores o no, sus gentes pusieron el ápice del interesante neolítico de las Islas.