EL MEOLLO GRIEGO. Por Antonio Parra García.

06.07.2015 07:54

                La economía nos dice mucho de cómo es un país, pero también la política nos dice bastante de cómo es la economía de ese mismo país. La pesadilla griega no se ha improvisado de la noche a la mañana y arrastra largos y penosos antecedentes.

                    

                En el 2004 se celebraron unos lucidos Juegos Olímpicos en Atenas y el primer ministro Karamanlis acusó a sus predecesores socialistas de silenciar el mal estado de las cuentas públicas para poder entrar en la Unión Monetaria Europea en el 2002.

                Ni los griegos hicieron gala de la astucia de Ulises ni en Bruselas ejercieron de cíclope cegado. En Bruselas, pese al rasgar de vestiduras allí y en el Banco Central Europeo, conocían los datos suficientemente. La Comisión Europea autorizó a que no se incluyeran las cuantiosas partidas del gasto militar o de defensa.

                Desde el 2001 se había intentado reorientar la política griega hacia una mayor cooperación y entendimiento con la OTAN y la UE. La crisis de Albania había arrojado a Grecia muchos refugiados en situación desesperada. La reclamación de Macedonia había encendido el nacionalismo helénico una vez más. Frente a Serbia y Kosovo se necesitaba su ayuda. Además, el conflicto con Turquía todavía tenía que resolverse completamente.

                         

                Grecia volvía a demostrar su alto valor estratégico y en Europa Occidental se rememoraba el histórico avispero balcánico, el de sus guerras que preludiaron la I Guerra Mundial. Francia se acercó a los griegos a través de la cooperación agronómica en busca de reformas, que finalmente no rindieron los frutos deseados.

                Ahora, los griegos han dicho no a las condiciones que propuso la UE. La decisión vuelve a ser política.