EL GUSTO CARTOGRÁFICO DEL ATLAS VALENCIANO DE JUAN PIQUERAS.

19.02.2017 16:41

                

                Una imagen vale más que mil palabras, sostiene un aserto clásico que nuestra era de imágenes valida. Los artífices románicos ya condensaron sus ideas, creencias y esperanzas sobre el mundo y la creación en formas escultóricas y pictóricas que todavía nos impresionan. La representación va unida a un intento de comprender y hacer entender las cosas. Los primeros cartógrafos, sin dejar de ser personas de su tiempo, intentaron con todo el rigor matemático y social posible que los demás tuvieran una idea cabal de un territorio en un fragmento de papel u otro soporte reducido, susceptible de tantos usos como personas lo consultaran. Los mapas forman parte de la Historia y del progreso de las ciencias, y más allá de planteamientos como los de Braudel (muy respetables por otra parte), bien podemos decir que representan la verdadera geo-historia. A geógrafos tan estimables como Cresques, Jerónimo Muñoz, Ortelius, Mercator o Teixeira rinde un claro homenaje otro notable geógrafo, Juan Piqueras Haba, en su Atles escolar valencià, editado a fines del 2016 por Arcís Ediciones y la Universidad de Valencia.

               

                Hoy en día los planes de estudio universitarios han disociado en dos carreras separadas la Geografía de la Historia, con independencia de algunas asignaturas comunes del primer año. Ambas constituían un matrimonio bien avenido y necesario del que muchos somos afortunados hijos. La Historia sin la Geografía no aterriza ni es realista, pues las gentes no han vivido sus andanzas en regiones aéreas. También la Geografía sin la Historia se encuentra huérfana de apoyo, dada la notable intervención de la Humanidad en la transformación del territorio, en los procesos de antropización. Los profesionales formados en una de las dos carreras hoy en día se encuentran que una de las orientaciones laborales más importantes, a veces la esencial, pasa por la docencia en la enseñanza secundaria, con sus cuatro primeros años de condición obligatoria, donde es necesario disponer de conocimientos y medios suficientes para formar a los más jóvenes en puntos ciertamente complejos. La progresión de la era digital nos brinda gran cantidad de elementos cartográficos, que no siempre disponen de la calidad oportuna o no están debidamente adaptados a las exigencias metodológicas que requerimos. A este respecto, el Atles escolar valencià nos proporciona en tres grandes bloques temáticos unas colecciones de mapas de bella factura estética y sustancial información, que aprovecharán desde el estudiante al curioso por temas muy distintos. Al fin y al cabo, cada mapa podría traducirse en un pequeño libro que nos refiriera hechos y fenómenos ciertamente complicados.

                

                En la sección de Geografía nos muestra el profesor Piqueras en un conjunto de mapas la notable riqueza del territorio de la Comunidad Valenciana desde el punto de vista físico al humano, sin olvidar fenómenos culturales susceptibles de cartografiarse como el de la distribución de los distintos idiomas y sus formas dialectales en el territorio. A nuestro criterio, destacaría dos puntos por parecernos particularmente interesantes, los referentes a la red de vías pecuarias y al de extranjeros en España y en la Comunidad, que vienen a demostrar la buena disposición del autor por incorporar los laboriosos resultados de sus investigaciones y la nueva realidad social a los mapas, que son una forma de expresión rápida que requiere grandes dosis de paciencia en su elaboración. A este respecto, nos encontramos ante una obra de geografía viva que reivindica la vitalidad y la necesidad de la materia.

                Cuando desglosa la Historia del territorio que vendría a ser valenciano en un segundo conjunto cartográfico, realiza una gran aportación a la divulgación de las conclusiones de la más contemporánea historiografía valenciana, que ha profundizado en el conocimiento arqueológico de las sociedades anteriores a la conquista de Jaime I, en el estudio del reino de Valencia y en los procesos de transformación social que nos conducen a las épocas más recientes. No es poco para condensar en planas cartográficas saturadas de erudición. A este respecto, Juan Piqueras ha contado con la colaboración de distintos historiadores para ofrecer la información más rigurosa. En una selección muy personal, destacaríamos el mapa de la guerra de la Unión por cuanto tiene de presentación al público de un estudio clásico de Mateu Rodrigo Lizondo (no siempre debidamente conocido por los lectores de historia); el de la economía valenciana según el eximio cronista Escolano, que entraña un considerabilísimo ejercicio de síntesis de gran parte de tres gruesos volúmenes; y el plano de la ciudad de Valencia de tiempos de la Guerra Civil, que nos introduce en un tiempo de novedades.

                Consciente de la importancia de los grandes procesos históricos, los más generales, para la conformación del territorio valenciano a lo largo del tiempo, Juan Piqueras adjunta mapas de la Europa del momento y en la tercera parte de Mundo Actual encuadra lo tratado en las dos secciones anteriores en la geografía física, política, demográfica y económica planetaria, con datos actualizados sobre la emisión de dióxido de carbono por países o la producción de energías renovables, lo que nos conduce a temas de latente actualidad.

                La obra, en sus tres secciones, se acompaña de una cuidada selección de imágenes que no dejan de ser un homenaje al saber acumulado por viajeros, exploradores y geógrafos en distintas publicaciones, no siempre accesibles para el lector actual. Nos encontramos ante una obra que ha germinado tras años de laboriosidad y de amor por el saber contenido en las bibliotecas y por la lectura del libro de la Naturaleza, que supera lo estrictamente local para convertirse en una reflexión, para el que quiera entenderla, sobre la complejidad de los procesos geográficos y por la necesidad de los geógrafos para concebir un porvenir más humano y viable desde cada rincón de nuestro mundo.

                Víctor Manuel Galán Tendero.