EL DECLIVE DE LA SEDERÍA Y LA DECADENCIA ESPAÑOLA.

25.01.2019 16:01

                Originaria del Extremo Oriente, la sedería se difundió hacia la Europa mediterránea durante la Edad Media. En la España del siglo XVI alcanzó una gran importancia. En Toledo la renta de paños de oro y seda resultó muy lucrativa. Sin embargo, entre 1615 y 1619 cayó de 11.424.400 reales a 9.615.000, pues el sector comenzaba a acusar importantes dificultades. Los representantes toledanos accedieron a que no se tejieran sedas a veinte leguas alrededor de la Ciudad Imperial si entorno a cuatro leguas de Madrid se observara la misma prohibición. Sin embargo, la principal competencia no venía de los competidores matritenses, sino de los del originario Extremo Oriente.

                La expansión de portugueses y españoles había enlazado distintas áreas geográficas, y la seda y las manufacturas sederas afluyeron hacia Europa y las Américas colonizadas por los europeos, algo que no dejó de provocar problemas a los reinos de España.

                En agosto de 1617, las Cortes de Castilla se dolieron de la situación de toda la sedería hispana. La experiencia había demostrado el daño general provocado por la entrada de seda de las Indias de Portugal, China y Persia en contravención a las leyes que lo prohibían. Se perjudicaba en particular a los reinos de Granada, Murcia y Valencia, donde se cogía y orlaba. Las rentas reales también resultaban dañadas, pues su exportación rendiría buenas sumas de oro y plata. Las alcabalas se apreciarían así y la gente pobre se animaría a su cultivo.

                La seda hispana se consideraba de buena calidad, a diferencia de la foránea, que se dijo entraba podrida y era mezclada con aquélla para disimular. Los tejidos resultantes eran más baratos, pero duraban la tercera parte. Al llegar mucha seda foránea, había bajado el precio y forzado a los cosecheros y criadores también a depreciarla. Desanimado el cultivo de morera, las tierras debían de dedicarse a otros usos, por lo que los lugares se empobrecerían y no podrían servir al rey. La pérdida de metales preciosos se acentuaría.

                Las leyes de protección debían cumplirse, ya que la situación era grave. No acudían la tercera parte de los mercaderes de antaño, los derechos reales en el sedero reino de Granada se habían desplomado y habían arrastrado a los censos asociados, los situados o asignaciones se encontraban en grave riesgo, la población de muchas comarcas de Murcia y Valencia peligraba, así como el asiento o negocio de Toledo, Sevilla, Córdoba y Jaén.

                Los representantes en Cortes tuvieron bien claro que el hundimiento de la manufactura pasaba una tremenda factura al bienestar de la población, que tendría mayores dificultades fiscales para colmo de males de una Monarquía tan extendida por el mundo como comprometida.

                Fuentes.

                Archivo General de Simancas. Patronato Real, legajo 89, documento 298.

                Víctor Manuel Galán Tendero.