EL ANTEMURAL DE CASTILLA, SORIA.

12.01.2018 10:46

                

                Los castellanos medievales, del Norte del Duero a las Canarias.

                A don Enrique Díez Sanz, soriano de pro.

                Las tierras de la actual provincia de Soria formaron parte del sistema defensivo del califato de Córdoba frente a los pamploneses y los castellanos. Los días de gloria de Sancho el Mayor anunciaban que los primeros terminarían arrebatando este territorio a los musulmanes, pero el auge del poder de su segundogénito Fernando I inclinó la balanza del lado castellano. En el 1060 sus fuerzas emprendieron una campaña que los llevó por Berlanga, Ágreda y Garray, en las proximidades de la antigua Numancia.

                De todos modos, quien dominó finalmente Garray y Calatañazor fue su hijo Sancho II en 1068. La repoblación de aquélla se vio impulsada a partir del 1106 por el conde de Nájera García Ordóñez, ya bajo Alfonso VI. Sin embargo, el nuevo concejo no cuajó en esta ubicación, y entre el 1108 y el 1118 se trasladó al cercano monte Oria, donde se alzaba una fortaleza islámica, coincidiendo con la ofensiva almorávide, que en 1113 atacó Berlanga.

                Un angustiado Alfonso VI, carente de herederos varones, concertó el matrimonio de su hija Urraca con Alfonso de Aragón. La falta de entendimiento entre ambos condujo a la separación en circunstancias dramáticas. Durante unos años, el aragonés retuvo territorios castellanos, y en 1119 alentó la repoblación de Soria tras la conquista de Zaragoza el año anterior. De todos modos, llegó a un entendimiento con su hijastro Alfonso VII, al que permitió conquistar Sigüenza en 1124 y al que retornó el dominio soriano finalmente.

                Bajo el reinado de su nieto Alfonso VIII, Soria volvió a ser campo de batalla, dada su estratégica posición frente a Aragón y la renacida Navarra. En el 1191 Alfonso II de Aragón atacó Ágreda, y el rey castellano replicó con una incursión desde Soria. Más adversa resultó la situación para Alfonso VIII cuando en 1196 Sancho VII el Fuerte de Navarra lanzó un decidido ataque contra Soria y Almazán. Los monarcas aragoneses ambicionaron en los siglos XIII y XIV extender sus dominios hacia Soria y otras tierras castellanas, algo que no consiguieron. Por la paz de Almazán de 1375 el litigio se zanjó de hecho.

                Así pues, en la curva de ballesta del Duero, Soria ofrecía una fuerte posición defensiva. Establecido su castillo en el monte Oria, llegó a disponer de un doble recinto fortificado con barbacana. El interior se ha datado en tiempos de Alfonso VII y del reinado de Sancho IV el exterior, con una extensión de ocho kilómetros. Las principales puertas fueron la del Sur o de Valobos, las de los dos postigos de Santa Clara, la del arco de Ravanera, la del Postigo, la del Rosario, la norteña de Nájera o del Mirón, y la de los Navarros. A su categoría militar su sumó la eclesiástica. En 1267 se declaró la concatedralidad de la colegial de San Pedro junto con Osma, lo que coadyuvó a su consideración de ciudad.

                La cabeza de la Extremadura, según reza su lema urbano, fue una localidad compleja, según se desprende del recuento de particulares (mayoritariamente cabezas de familia) de 1270 para el pago del diezmo. Se distinguió entre el vecino, el atemplante o residente habitual no avecindado (a veces un artesano o un comerciante) y el simple morador, como en otras localidades entre el Sur del Duero y el Norte del Sistema Central. Los habitantes de estas tres categorías se distribuyeron en una serie de collaciones o demarcaciones parroquiales que comprendían un área urbana y otra rural, la de las aldeas, repartida entre distintos puntos del término general, la Tierra de Soria, convertida en comunidad de Villa y Tierra.

Collación

Vecinos del núcleo urbano

Atemplantes del núcleo urbano

Moradores del núcleo urbano

Vecinos de las aldeas

Atemplantes de las aldeas

Moradores de las aldeas

Santa María del Puente

8

12

23

-

5

22

San Nicolás

10

22

18

1

5

41

San Gil

11

10

38

1

7

48

San Lorenzo

6

2

17

1

6

22

San Esteban

6

8

10

1

7

30

Santo Tomé de Canales

4

9

12

2

14

31

San Miguel de Cabrejas.

6

6

11

2

14

36

Calatañazor

4

3

6

4

10

16

San Martín de la Cuesta

2

4

10

2

7

18

Santiago

3

4

15

2

6

54

El Azogue

2

2

11

3

8

32

San Juan de los Navarros

7

6

2

-

4

49

Ravanera

2

8

3

4

7

35

Santa Cruz

11

2

5

2

13

42

Montenegro

2

3

8

4

16

33

San Clemente

2

4

11

3

20

50

Barrionuevo

6

3

5

1

13

49

Santa Trinidad

6

5

2

3

11

45

San Ginés

7

4

4

1

8

66

San Vicente

3

1

9

3

16

49

Cinco Villas

3

10

-

2

8

57

Muriel

5

2

5

3

15

50

San Martín de Canales

5

4

3

5

18

47

Santa María del Mirón

7

2

3

4

17

51

San Sadurnín

4

4

7

5

18

67

El Poyo

2

1

5

5

9

36

San Agustín

5

3

2

-

12

54

Covaleda

3

1

7

4

10

71

Fogalobos

4

3

-

-

12

43

San Millán

2

2

6

1

17

62

San Sebastián

5

-

2

1

8

48

Santo Domingo

5

2

1

6

14

46

San Bartolomé

3

1

3

2

10

56

San Mateo

4

1

2

3

20

47

San Prudencio

2

2

1

2

12

53

TOTAL

167

156

277

96

397

1.556

 

                En la villa se inscribieron 600 particulares y 2.049 en sus 238 aldeas, cifras elocuentes de la importancia de las actividades rurales en un territorio de 2.666 kilómetros cuadrados. Ciertamente, aldeas como las de Cardedo o Cabrejuelas del Tormo en la collación de San Sebastián solo tenían un morador en 1270, pero su número fue muy superior a las 157 del siglo XVI. Tal reducción no implicó un descenso demográfico.

Ámbito

1270

1528

Núcleo urbano

600

1.020

Aldeas de la Tierra

2.049

5.106

 

                Entre ambas fechas, Soria experimentó una importante transformación. Convertida en cabecera de cañada real de la Mesta, se desarrolló en la localidad una apreciable producción artesana y una nada desdeñable actividad comercial. En la collación de Santa María del Puente, por ejemplo, encontramos a Diego Tejedor, en la de San Nicolás a Bernardo el Zapatero, en la de San Gil a Diego Fortún el Calderero, y en la Barrionuevo a Mateo el Tejedor. La cofradía de los recueros databa de 1219 y fue confirmada en 1290, con el deber de dar cuenta de las entradas de vino. La de los tejedores arrancaría de 1283, y sus normas se confirmaron en 1315, 1332 y 1378. Aunque la de los tenderos, consagrada a San Miguel, era de 1302, se hacía remontar a Alfonso el Viejo.

                Soria atrajo a personas de otros puntos de distintos reinos, como Juan de Tudela en la collación del Azogue, y en la de San Nicolás Juan Miguel de Francia, Martín Aragonés, Juan el Castellano o Martín Navarro.

                Con un negocio ganadero en auge, extensivo a la carnicería, Soria podía poner en pie de guerra unos 1.300 guerreros a caballo en tiempos de Alfonso XI. De 1351 ya se tiene noticia de la configuración definitivamente de los Doce Linajes, el grupo rector de Soria. Sintomáticamente, las collaciones ya no escogieron a los seis regidores en 1354. Si en 1365 se hizo un repartimiento fiscal por tres cuadrillas, en el que los clérigos solicitaron ser incluidos en la de los pecheros por collaciones, el común de los pecheros se organizó en 1441: en dieciséis cuadrillas: Santa Cruz, el Salvador, San Pedro, Nuestra Señora de la Blanca, Santa Catalina, Nuestra Señora la Mayor, Santa Bárbara, Nuestra Señora del Rosel, el Collado, San Esteban, San Miguel, Santiago, San Juan, Barrionuevo, Santo Tomé y San Martín. El veterano antemural soriano participaba del despegue económico de la Castilla del siglo XV.

                Víctor Manuel Galán Tendero.