EL ABISMO SIRIO. Por Antonio Parra García.

14.04.2018 16:21

                Siria no es un país cualquiera, pues su dominio siempre ha sido clave para controlar el disputado Oriente Próximo. Aquí el vacío de poder es impensable, pues siempre hay un candidato a ocuparlo.

                La guerra civil siria ha atravesado a día de hoy por distintas alternativas. Las derrotas encajadas por el Estado Islámico de Irak y el Levante, con ínfulas califales, ha fortalecido la posición del régimen de Al-Ássad, aliado de Rusia. La alianza se remonta a los tiempos de la Guerra Fría, cuando los soviéticos cortejaron a los sirios en busca de ganancias estratégicas y militares.

                Al fortalecer su posición en Siria, Rusia consigue una importante salida al Mediterráneo, vieja aspiración desde los zares. La conquista de Crimea a Ucrania advertía del reforzamiento de tal tendencia. Desde Siria, Rusia está en condiciones de presionar con mayor fuerza a Turquía, de imponer su ley en el Cáucaso con acrecida libertad, de disputar la hegemonía regional a Israel, y de controlar importantes recursos hídricos y energéticos.

                El empleo de armas químicas en Guta Oriental, un suburbio de la gran Damasco, por las fuerzas de Al-Ássad ha conducido a la acusación a Rusia, de estar detrás de la decisión de sus aliados. Las autoridades rusas niegan tal extremo, pero los gobiernos de otros países occidentales no les han dado crédito. La reciente tensión entre Londres y Moscú a propósito del envenenamiento del ex espía Skripal ha contribuido a deteriorar un entendimiento cada vez más tocado.

                En la madrugada española del 14 de abril de 2018, han lanzado un contundente ataque aéreo contra posiciones del gobierno sirio fuerzas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Alemania ya había expresado que no participaría en el ataque, pues teme las represalias económicas rusas. El eje germano-francés carece de fuerza en el escenario sirio.

                Francia como antigua potencia mandataria en Siria tiene importantes intereses en la región, al igual que Gran Bretaña. Estados Unidos no puede permitir el debilitamiento de su posición como poder hegemónico en beneficio de Rusia, máxime en un área tan sensible como Oriente Próximo tras haber reconocido la capitalidad israelí de Jerusalén. Trump, acusado de connivencia con Putin por sus oponentes políticos, no puede pasar por débil o complaciente.

                El golpe contra el aliado de Rusia es preventivo en doble sentido. Se indica que el pastel sirio debe de compartirse, y se advierte sobre el empleo de armas químicas, la alternativa entre una guerra convencional y una nuclear. Ninguna ciudad europea o norteamericana debe de sufrir el destino de Guta.

                Rusia ha reaccionado con firmeza diplomática y cautela militar. El siguiente paso puede darse más allá de Siria.