EGIPTO, MENTOR DE FENICIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

16.08.2015 21:24

    La civilización egipcia floreció con lozanía en el valle del Nilo, el río que fertilizó sus campos durante muchas generaciones y que obligó a adoptar una organización pública altamente jerarquizada. Sin embargo, otras tierras también entraron en una medida u otra en su círculo cultural. Tal fue el caso de la franja mediterránea comprendida entre la península del Sinaí y Anatolia, de costas que incitaban a la navegación y de elevaciones cubiertas de bosque.

    En estas tierras la labranza se practicó de forma madrugadora y pronto surgieron núcleos urbanos de gran relevancia. Los pobladores del valle del Nilo mantuvieron relaciones con sus gentes al menos desde el IV milenio antes de nuestra Era. En el 3100 los habitantes de Biblos habían adoptado el mito de Osiris bajo la forma de Eshmun.

                            

    Los historiadores han acostumbrado a diferenciar el más mercantil Imperio Medio del Imperio Nuevo de perfil más militar y conquistador, atribuyéndolo a la humillante invasión de los hicsos del delta del Nilo. La jerarquía del Alto Egipto, en la que tanto peso tuvo el sacerdocio de Amón, optaron por conquistar territorios en la franja levantina que más tarde sería conocida como Canaan, de la que posteriormente se desgajaría Fenicia. Se atribuye al faraón del siglo XVI a.n.e. Amosis I el principio de tales empresas conquistadoras, coronadas con éxito por su sucesor de un siglo después Tutmosis III.

                                                  

    Los egipcios impusieron un sistema que ha sido considerado de protectorado; es decir, mantuvieron al frente de un territorio a sus autoridades a cambio del pago de los tributos de reconocimiento a la autoridad suprema. Las ciudades comerciales prosiguieron sus transacciones con otras tierras euro-asiáticas bajo la hegemonía faraónica. Muy activos se mostraron los contactos con Chipre. En la ciudad de Ugarit los arqueólogos han constatado la presencia de una notable colonia micénica.

                                            

    En este mundo de gran complejidad urbana y etno-cultural, ligado de distintas maneras al poder de los faraones, se fueron difundiendo los jeroglíficos egipcios, adoptados por el alfabeto cananeo con valor fonética propio. Se ha sostenido que los primeros que emplearon este sistema de escritura, que más tarde se plasmaría en el fenicio, fueron los constructores y obreros cananeos del Sinaí. Tal cuestión también ha llevado a plantear la relación entre el mundo egipcio y el del Antiguo Testamento. Algunos autores postularon las raíces egipcias de Yahveh.

                            

    Las tensiones políticas y religiosas que conmovieron el Egipto del controvertido Akhenaten (1353-36) coincidieron con el aumento del poder en el Próximo Oriente de los hititas, dirigidos por Shuppiluliumash I. La más septentrional posición de Ugarit se perdió para los faraones y la propia Biblos se encontró gravemente amenazada por el reino de Amurru.

                              

    No obstante, los egipcios atesoraban grandes recursos y energías y fueron capaces bajo la XIX Dinastía de restablecer parte de sus dominios cananeos, aunque la codiciada Ugarit permaneció finalmente en manos hititas.

    Las cosas parecían volver a su cauce habitual, pero las invasiones de los Pueblos del Mar, como los filisteos, hacia el 1200 a.n.e. alteraron por completo la situación. El quebrantamiento del poder faraónico no acabó con las apetencias egipcias (heredadas por los gobernantes helenísticos ptolemaícos), pero su fuerza ya no alcanzaría a dominar la región como antes. Las ciudades fenicias mantuvieron sus vínculos comerciales con el país del Nilo, pero dictando muchas veces sus condiciones a los egipcios, necesitados de su asistencia financiera y naviera. Los navegantes fenicios rindieron su particular homenaje a sus mentores egipcios llevando sus productos y objetos artísticos al extremo Occidente del Mediterráneo, bien presentes en el horizonte arqueológico orientalizante de la confederación mercantil de Tartessos.

                       

                     Para saber más.

                     Alan Gardiner, El Egipto de los faraones, Barcelona, 1994.