DON JUAN JOSÉ DE AUSTRIA EN LOS PAÍSES BAJOS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

06.02.2024 08:43

 

                La guerra de los Treinta Años había finalizado, al igual que la de ochenta años entre españoles y holandeses, pero la paz no había llegado a los Países Bajos. El 17 de febrero de 1656, Felipe IV encomendó el gobierno de sus dominios en los Países Bajos a su hijo bastardo don Juan José de Austria, que había sido afortunado en otros frentes. El rey español contaba sobre el papel allí con un considerable ejército de unos 80.000 hombres, de los que unos 12.000 eran oficiales. El número de la oficialidad resultaba excesivo. Las tropas eran de procedencia española, italiana, alemana, valona e irlandesa, con importantes retrasos en sus pagas.

                Como ya hemos dicho, la paz ya se había firmado con los holandeses, pero las espadas proseguían en alto con los franceses, añadiéndose los ingleses de Cromwell. Valenciennes era asediada por las fuerzas de Francia a la llegada de don Juan José de Austria, que logró alzar el sitio recién llegado a los Países Bajos. También consiguió tomar Condé, pero la falta de medios económicos no lograron paliarla los préstamos.

                Con tal carencia se inició la campaña de 1657. San Julián cayó en poder español, pero más tarde los franceses lanzaron su contraataque por dos frentes a la vez. El general Turena desembarcó con 25.000 soldados en las costas de Flandes y Luxemburgo fue invadido por La Ferte. La importante plaza de Dunquerque se vio cogida entre dos fuegos. Condé, entonces al servicio de España, logró frenar por el momento el avance de Turena hacia Dunquerque, pero su defensa obligó a desguarnecer plazas menos valiosas.

                Por el lado de Luxemburgo, los franceses conquistaron una Montmedy bravamente defendida por los españoles, y Saint Venant más tarde. Sus pérdidas fueron compensadas con la llegada de refuerzos ingleses. Todo parecía conjurarse contra la causa española en los Países Bajos, donde Juan José de Austria y Condé no mantenían una buena relación.

                Los franceses y sus aliados se fijaron para 1658 la toma de Dunquerque frente a unos españoles que recibían muy contadas ayudas desde la Península, donde todavía se batallaba en Cataluña y Portugal. Aun así, los españoles derrotaron a los franceses cuando intentaban conquistar Ostende. Los enemigos de España no se desanimaron.

                Procedieron a asediar con meticulosidad la ambicionada Dunquerque. Los buques ingleses la bloquearon por mar y por tierra las fuerzas de Turena. Su gobernador, el barón de Leiden, pidió auxilio, y don Juan José de Austria pudo reunir unos 14.000 hombres, frente a los 20.000 del adversario. Dejó atrás bagajes y artillería, y avanzó con unos 5.000 soldados con rapidez. En las Dunas de Dunquerque entró en combate con unos franceses que le doblaban en número. Con una caballería que no pudo maniobrar en aquel terreno, la infantería fue diezmada y la batalla perdida.

                Los españoles perdieron Dunquerque, que los franceses entregaron a los ingleses según lo acordado. Conquistarían posteriormente Bergas, Furnes, Gravelinas e Ypres. Don Juan José de Austria no arriesgó otra acción como la que acabó en las Dunas e intentó llegar a algún tipo de acuerdo con Cromwell, lo que no fue bien visto por los defensores de los destronados Estuardo. Tampoco se quisieron hacerles concesiones en las Indias. El de Austria abandonaría los Países Bajos el 1 de marzo de 1659, a unos meses de firmarse la paz entre España y Francia.

                Para saber más.

                José Calvo, Juan José de Austria, Barcelona, 2003.