DOCUMENTO HISTÓRICO. Castilla azotada por las tempestades.

05.10.2014 12:44

                “Dos días antes de Todos Santos, en el año de 1434, comenzó una fortuna de aguas e nieves en Castilla (…). E duró esta fortuna hasta siete días andados de enero del año de 1435; que en todos estos días nunca cesó, de noche ni de día, agua o nieve. Salvo cinco días la primera fueron, dende a veinte días poco más o menos otros dos días, e dende a otros buenos día un día.

                “E las fazientes fueron en esta manera. Estos cinco días (…) helaba tan fuerte que non podían andar por los lodos, e andaban por encima de ellos. E luego venía una nieve que echaba un codo de alto encima del helado; e luego venía la blandura con mucha agua e afortunada, e deshacíala. En tal manera, que en todo el reino  pensaron ser hundidos de las grandes avenidas, que tales fueron que nunca los hombres tal vieron; que los arroyos que no solían correr agua se volvieron ríos caudales, e los ríos parecían brazos de mar.

                “E hundiéronse muchas casas infinitas en el reino, e murió mucha gente en los ríos e en las casas donde estaban, especialmente en Valladolid e en Medina del Campo (…)

                                    

                “E llevó molinos tantos en el reino, que no se podía haber harina ninguna. E tanta fue el hambre en la corte, que un pan que valía una blanca llegó a valer dieciséis maravedíes; e tanto fue el aprieto, que los que a la sazón estaban en la corte enviaron su gente a buscar de comer por las aldeas, e mucha gente comía trigo cocido, e pasas e castañas e albortones, por mengua de pan. E por semejante manera se encarecieron todas las otras cosas.

                “E murieron muchos ganados e muchas bestias; e quedó la gente tan espantada e tan temerosa que nunca hombres estuvieron, que en asomando un nublado luego pensaban que habían de ser hundidos. E fueron caídas muchas murallas de villas del reino.

                                                

                “Lo que guareció a muchos lugares fue que en los arroyos que en verano no solían correr había molinos para el invierno: hiciéronse ríos, e molían bien. Los que estaban en Madrid, estuvieron ocho o diez días que no pudieron pasar el río de Madrid que llaman Guadarrama, ni el puente de Viveros; así que no quedaron otros lugares a que pudiesen ir hombres algunos  por provisiones salvo de estos que abajo oiréis: de Fuencarral, e Alcobendas, e Barajas, e Rejas, e Hortaleza, e Vallecas del Carrascal, e Vicálvaro, e el Adamera. E en todos estos lugares no habían de trescientos fuegos (u hogares) para arriba.

                “E después que Nuestro Señor quiso de cesar esta tan grande tormenta e fortuna, quedó la tierra tan calada de agua, que duró grandes días que los labradores no podían arar ni sembrar, ni los que iban cabalgando salir de los caminos, tan pesada estaba la tierra.”

                CRÓNICA EL HALCONERO DE JUAN II, DE PEDRO CARRILLO DE HUETE, Capítulo CLXXVIII, De las grandes luvias que fizo en este año. Edición y estudio de Juan de Mata Carriazo (con prólogo de Manuel González y estudio de Rafael Beltrán), Universidad de Granada y Marcial Pons, 2006, pp. 182-184.

                Selección y adaptación de Víctor Manuel Galán Tendero.