DEL ECUMENISMO AL TERRITORIALISMO, LAS ÓRDENES MILITARES HISPANAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

26.01.2020 16:16

               

                Las Cruzadas fueron una de las expresiones más características de la Europa feudal. Las energías de los caballeros con deseos de riqueza y honor se canalizaron por el Papado hacia el dominio de Tierra Santa. Sus acciones, pues, adoptaron un cariz religioso y dieron pie al surgimiento de las órdenes militares, que desearon aunar la vida conventual y caballeresca. El prestigio alcanzado en el siglo XII por templarios y hospitalarios fue notable y llegó a todos los rincones de una Cristiandad en expansión, como sus reinos hispánicos. Los condes de Barcelona y los reyes de Aragón, entre otros, les mostraron su predilección.

                Se ha investigado la influencia de las Cruzadas sobre la Reconquista, entendida como idea de recuperación de la antigua Hispania visigoda a los musulmanes por los nuevos poderes cristianos de la Península. Autores como Ramón Menéndez Pidal opinaron que la llegada de los almorávides insufló de energía cruzada la Reconquista. Posteriormente, otros han resaltado las campañas contra los andalusíes como un precedente, en algunos casos. Lo cierto es que musulmanes del siglo XII como Ibn Yubair contemplaron los frentes próximo-oriental e ibérico como partes del mismo enfrentamiento. Los reinos hispano-cristianos se terminaron acogiendo a figuras jurídicas de la Cruzada y además de albergar al Temple y a San Juan del Hospital auspiciaron el surgimiento de órdenes propias.

                La aparición en el reino de León de la orden de Alcántara y de la de Santiago, además de la de Calatrava en el reino de Castilla, fundamentalmente, confirmaron esta tendencia. Nacidas al socaire de acontecimientos muy hispánicos, requirieron la preceptiva aprobación del Papa, que como es normal las contempló en clave de institutos de la Iglesia católica, con carácter ecuménico con independencia de sus circunstancias originarias. En el siglo XIII intentó dirigir las energías combativas de la orden de Calatrava hacia las tierras bálticas, frente que también contó con sus órdenes propias. Sin embargo, su carácter territorial, estrechamente vinculado a la monarquía leonesa-castellana o a otras terminó imponiéndose. La incorporación de los maestrazgos de tales órdenes a la Corona bajo los Reyes Católicos sería la culminación de tal proceso de identificación territorial.

                Los monarcas ibéricos, que tuvieron a bien además contar con templarios y hospitalarios, fueron remisos a la hora de dirigir las energías de los heredados en sus dominios hacia Tierra Santa u otros objetivos, como campañas en el área bizantina, aunque Alfonso X el Sabio declarara en 1271 Alicante y Cartagena puertos de embarque de los mismos de sus dominios a Tierra Santa. No se podía prescindir alegremente del concurso de una fuerza capacitada como la suya, en línea con solicitar al Papa la consideración de Cruzada para varias de sus campañas. El paso de los hospitalarios hispanos hacia el enclave de Rodas fue controlado con atención por reyes como los de Aragón, que no se privaron de fomentar tras la disolución del Temple una orden tan propia como la de Santa María de Montesa. Los monarcas ibéricos no dejaron de comportarse, pues, como emperadores en sus dominios, sin renunciar al prestigio religioso en amplio sentido.

                Bibliografía.

                Philippe JOSSERAND, “In servitio Dei et domini regis”. Les Ordres Militaires du royaume de Castille et la défense de la Chrétienté latine: frontières et enjeux du pouvoir (XIIe-XIVe siècles), en Identidad y representación de la frontera en la España medieval (siglos XI-XIV), Madrid, 2001, pp. 89-112.