CURIOSIDADES SOBRE LA LENGUA CHINA (I). Por Cristina Platero García.

09.09.2017 11:20

 

 

                “El chino es el idioma más hablado en el mundo”. Normalmente a los españoles este dato “nos toca un poco la fibra”, pues aunque muchos rehúyan de un sentir patrio en sentido estricto, sí en cambio es del agrado general que el español (más de 405 millones de hablantes nativos), sea el segundo idioma más usado del planeta. Y aunque el inglés, la lengua de la globalización, sea de obligado conocimiento (360 millones de hablantes nativos), es sin parangón, el chino, por sus altas cifras demográficas, la lengua más practicada actualmente, ya que una cuarta parte de la población mundial es china.

            Nosotros hemos querido dar a conocer más acerca de ella. Una lengua cuya escritura está compuesta por decenas de miles de caracteres que, bien solos, bien en combinaciones de dos y de hasta tres elementos, gozan de un significado propio. No podemos de esta manera los occidentales asociar el abecedario latino, equiparar las letras de nuestro sistema de escritura, a un signo que, per se, puede significar una palabra entera. Así de sorpresas pueden entrañar los tatuajes con letras chinas...

            Para ser conscientes del empaque de esta lengua, comenzaremos apuntando que forma parte de las seis consideradas oficiales dentro de la ONU, junto con el árabe, español, francés, inglés y ruso.

            El chino oficial de la República Popular China es el de los antiguos mandarines o funcionarios. Hasta la caída de la dinastía Qing (1644-1912), momento en que se establecería un sistema moderno de oficiales públicos, estos burócratas, consejeros y ministros accedían a sus puestos tras aprobar una serie de exámenes basados en las obras de Confucio (551-479 a.C.). Cultivaban además el arte de la poesía y la literatura, y se sabe que tal denominación, “mandarín”, ya era usada a comienzos del siglo XVI, antes de que se estableciera la dinastía Qing.

            El idioma chino oficializado por los mandarines, el chino mandarín, pertenece a la familia lingüística sino-tibetana, que engloba a más de 250 idiomas y que por tanto únicamente es aventajada por la familia indoeuropea.

            Fue el idioma adoptado por Mao Zedong (1893-1976) para la formación de su República Popular, con el propósito de crear un idioma común para todos los habitantes de China. Sin embargo, sólo una parte de los chinos habla el mandarín, ya estadísticas actuales muestran que son entre 800 y 900 millones los chinos que lo practican de manera habitual. Si tenemos en cuenta que el país está habitado por unos 1.300 millones de personas, el mandarín vendría a ser utilizado por aquellos que habitan Pekín y su área de influencia al norte y centro del país, mientras que en el resto del territorio si no lo practican, sí son capaces de entenderlo.

            Los chinos además poseen diversas formas de calificar su idioma dependiendo de su ubicación o relación histórica. El baihua o putonghua, es el idioma común (término acuñado por Mao Zedong); el hanyu es el idioma de los Han (grupo étnico mayoritario); y el guoyu o huayu es el idioma más utilizado por los chinos de ultramar, aquellos que habitan zonas de Taiwán, Indonesia, Malasia, Singapur y Estados Unidos. Finalmente el zhongwen o zhongguohua sería el chino en su forma más literaria.

            Habiendo tantos idiomas y dialectos en China lo único que realmente los une es la escritura. El chino mandarín, está compuesto por decenas de miles de caracteres distintos (hanzi). Algunos de ellos por sí solos significan un concepto, ya que en su origen la escritura china se formaba a base de pictogramas de las cosas conocidas; además una representación estilizada de aquello que representaban (una casa, un carro, una persona…). Con la evolución de la cultura, pueden representar una palabra o una parte de otra más larga, siendo así composiciones.

            De este modo cada carácter chino representa una sílaba hablada, haciendo que el chino se componga principalmente de palabras monosílabas, aunque por lo general, y como ya hemos dicho, actualmente hay composiciones. Por ejemplo: la palabra dian (electricidad) y nao (cerebro) componen el concepto de ordenador o computadora: diannao. El sustantivo jia (casa) junto con ren (persona) resulta la idea de jiaren: familia o familiar.

            Por otro lado, y aunque parezca mentira, gramaticalmente el idioma chino no es complejo. Es más, algunos filólogos afirman que carece de una gramática bien definida, siendo únicamente un conjunto de usos comúnmente aceptados aquello que lo normativizan.

            Así pues, en el chino mandarín no existen los tiempos verbales, y los sustantivos no se declinan. No se distingue por tanto género, ni existe tampoco la concordancia, por lo que los plurales no se contemplan; basta decir qué cantidad de cosas hay: una, siete o muchas. Y al igual que sucede en el inglés, los adjetivos y frases descriptivas y calificativas han de preceder a los sustantivos.

            En cuanto a su concepción oral, podemos añadir que se trata de un idioma tonal, es decir, dispone de ciertos sonidos silábicos que se repiten multitud de veces y que se distinguen unos de otros por el tono con el que se pronuncian. Algo que lo convierte en un idioma especialmente musical.

            Existen cuatro tonos más el neutro: alto, ascendente, descendente-ascendente y descendente. De este modo, la sílaba “wen” puede significar tibio, escritura, besar o preguntar dependiendo del tono usado.

            Desde hace años se han creado diversos métodos de escritura latina para poder leer de un modo sencillo y preciso la pronunciación de los caracteres chinos. El conocido como “pinyin” es el alfabeto fonético, el cual significa literalmente “deletreo por sonido”. Creado hace más de un siglo, no recibió en cambio un impulso decisivo hasta 1958, cuando el Partido Comunista de China decidió crear la simplificación de los caracteres.

            En la actualidad, el pinyin es el más exacto deletreo fonético para el chino mandarín; usado internacionalmente para poder escribir nombres de ciudades y personas y para el mundo de la política y los negocios, así como dentro de la comunidad científica. Gracias a su eficacia y rigor ha reemplazado a otros sistemas de romanización más antiguos y menos precisos tales como el Wade-Giles, ideado por el británico Thomas Francis Wade  a mediados del siglo XIX y modificado por el también británico Herbert Allen Giles, sucesor de Wade en la cátedra de lengua china de la Universidad de Cambridge.

            Así, y siguiendo las normas pinyin, Pekín debería escribirse Beijing (“la capital del norte”); Shangai tendría que ser Shanghai (“ciudad sobre el mar” o literalmente “ir al mar”); y Cantón pasaría a ser Guangzhou (“prefectura ancha”). Pero, y aunque la comunidad internacional ya haya aceptado este tipo de denominaciones, sobre todo la de habla inglesa, la comunidad hispanohablante todavía se resiste al cambio.

            Ahora, dejamos a un lado los aspectos digamos más gramaticales de esta lengua para pasar a ver, a través de un segundo artículo, otras cuestiones que tienen que ver más con sus orígenes y trascendencia histórica, a través de hitos en los que  la lengua de los chinos fue protagonista (véase las trascendentales invenciones del papel y la imprenta).

            Antes en cambio apuntaremos que, según el Instituto Confucio, a pesar de que se han catalogado más de 56.000 caracteres chinos distintos (¡!), son muy pocos los chinos capaces de identificar más de 12.000. La gente que habita las zonas rurales de China conoce entre 1.200 y 1.500 caracteres; suficientes para no ser considerados analfabetos. Se considera así un nivel elevado de conocimiento del idioma cuando una persona domina más de 10.000 caracteres y un nivel intermedio cuando la cifra oscila entre 6.000 y 8.000. Sin embargo, no se asuste el lector curioso, pues para poder entender un periódico mandarín bastará con que se conozcan de 2.000 a 3.000 caracteres. Entonces podrá dejar de decir la frase “esto me suena a chino”. O bien en cambio expresarla con auténtica propiedad.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA:

- Historia Universal, Tomo 3, La Antigüedad: Asia y África. Los primeros griegos; China primitiva; VV.AA., Salvat Editores, S.A., 2004.

- Página web del Instituto Confucio: confuciomag.com

- https://www.ef.com.es/blog/language/los-idiomas-mas-hablados-del-mundo/