CAT.TURNO, EL DIOS DE LA SANGRE DEL CATALANISMO. Por Gabriel Peris Fernández.

30.07.2014 19:23

 

                En cierta ocasión Antonio Maura espetó a Francesc Cambó que no se podía ser a la vez el Bismarck de España y el Bolívar de Cataluña. El catalán tenía un buen amigo en el mallorquín, pues el pobre de Bolívar terminó sus días aborrecido de muchos en casa de un español, uno de aquellos sujetos contra los que declaró su guerra a muerte en su momento de frenesí libertador.

                Pasados los años Cambó dejó muy atrás su activismo juvenil catalanista en el ayuntamiento de Barcelona, siempre dispuesto a provocar incidentes, y terminó como valedor de Franco durante la Guerra Civil. Pero como el gallego no lo quería tanto como el mallorquín, murió en la Argentina.

                No es que Francesc fuera un cabeza hueca, al contrario. Tuvo un mayordomo inglés con el que se comunicaba en inglés, una editorial que publicó el vademécum de Ferran Soldevila y una ambición sin límites. Del palacete-apartamento en la Via Laietana no hablamos. Sin embargo, se entregó a la causa de una divinidad insaciable, la del nacionalismo catalán, el CAT.TURNO devorador de su prole.

                El nacionalismo alza un monstruo, la nación, que antes no existía. No ha sido engendrado por goce natural de Noche Buena, sino por manipulación genética del material de padres amargados. Llegado al mundo, la criatura es un primor, un dechado de virtudes, pero es maltratado por los pestilentes hijos del vecino, que se le comen la merienda y todo lo demás. Sus fieles servidores deben partirse la cara con el lucero del alba llegado el momento.

                El sentimentalismo destierra la racionalidad, y las emociones afloran obnubilando el juicio. Los pillos ven el cielo abierto, y creen poder dominar a los fanatizados per saecula saeculorum…. hasta que llega la hora de la verdad. Los oportunistas ceden ante los creyentes, como bien advirtió Josep Pla.

                El catalanismo ya ha experimentado este ciclo anteriormente. Antes de 1868 políticos de pluma fácil como Víctor Balaguer renegaron de Castilla, se hermanaron con los occitanistas, bebieron los vientos por los nacionalistas italianos e impulsaron la revolución. Tras su desafortunado paso por el poder echaron muchísima agua al vino, desdiciéndose de casi todo, todito, todo. El eximio Balaguer, antaño tan admirado por los saltataulells, murió olvidado de casi todos al rayar el siglo XX. Cambó revivió su ciclo de euforia-denigración años más tarde.

                Y ahora otro eximio Padre de la Patria arrostra similar experiencia. El castell cae con estrépito, y Jordi el enxaneta se rompe la crisma para delectación de CAT.TURNO, que ahora fija su mirada en un demudado Artur Mas, que se ve ya como la próxima “doncella” sacrificable. Agradece a Rajoy, otro gallego, el diálogo sin ceder en sus exigencias. El Moisés del todo a cien desgrana su contradicción ante la atenta mirada del dios de la sangre. ¡Cosas del Full catalanism!