A 200 AÑOS DE LA EMANCIPACIÓN. Las repercusiones para España.

13.11.2014 15:59

 

    Al comenzar el siglo XIX, el imperio colonial de España en América lo componían una serie de entidades administrativas con unas dimensiones territoriales inmensas. El amplio espacio geográfico que iba desde México a la Patagonia, excluyendo Brasil, se dividía en cuatro virreinatos: Nueva España, Perú, Nueva Granada y Río de la Plata, además de cuatro capitanías generales: la de Guatemala, Venezuela, Chile y La Habana. La emancipación de estos territorios americanos se desarrolla en líneas generales entre 1808 y 1827. Las guerras de independencia fueron una serie de conflictos armados que enfrentaron a los partidarios de establecer nuevas naciones contra las autoridades virreinales del rey de España Fernando VII y los partidarios de la Monarquía española. Y entre sus líderes independentistas, algunos llamados libertadores, se encuentran Francisco de Miranda, Miguel Hidalgo, Simón Bolívar, Bernardo O'Higgins, Antonio José de Sucre entre otros. Todo esto tuvo importantes repercusiones en España, como país que perdió gran parte de sus dominios. A nivel de los tres grandes campos nacionales de la política, la economía y la sociedad.

    Respecto a la política, el mayor perjuicio provino más de los problemas internos que de la consumación de la Emancipación. Ciertamente ni liberales ni absolutistas acertaron en relación a las Américas. Las Cortes fallaron en armonizar distintas interpretaciones de libertad y en imponer un sistema general para resolver los problemas de las provincias de forma lógica. Además, Fernando VII aprobó medidas como la abolición del Galeón de Manila mientras deseaba restablecer el absolutismo, eliminando todos los decretos de las Cortes. Éstas, en discusión constante, carentes de una visión global y comprensiva del sistema comercial imperial, contribuyeron a su manera a la desintegración del imperio español. Las colonias comenzaron a crear nuevos Estados-nación al margen de la metrópoli, y la ausencia de las remesas americanas dificultó la construcción del Estado liberal en España, que tuvo que confiar en los procesos desamortizadores para afrontar el mantenimiento de la Deuda Pública. La urgente reforma tributaria dejó mucho que desear y la enseñanza no recibió el impulso suficiente por razones ajenas a la pérdida imperial. En verdad la España de Isabel II distaría mucho de la todavía imperial de su bisabuelo Carlos III, pero su inferioridad en relación a Gran Bretaña o Francia en vísperas de la gran carrera imperialista se debió, insistimos, a sus carencias internas.

    En el plano económico es necesario establecer una diferencia clara entre los costes económicos de la propia independencia y aquellos relacionados estrictamente con su obtención, dependiendo de la duración y de la intensidad de la lucha. Debe decirse que tanto los gastos durante la guerra como aquellos que vinieron posteriormente fueron muy graves, pero lo que más repercutió en la economía posterior a la Emancipación fue sin duda la pérdida del tesoro indiano. Las riquezas americanas aportaban al país una relativa estabilidad económica en el siglo XVIII, que una vez que desaparecieron encararon a la España metropolitana ante la perspectiva preocupante de una balanza de pagos especialmente deficitaria. Se tuvieron que desarrollar nuevos recursos como los de la agricultura comercial y los de la minería para conseguir mayores activos exportadores, así como limitar la sangría importadora desarrollando en la medida de lo posible el mercado interno y las correspondientes políticas arancelarias. La conservación de Cuba, la Perla de las Antillas, sin grandes conflictos internos hasta 1868 suavizó el impacto económico de la pérdida de los grandes virreinatos.

    En el plano social los españoles de 1827 no protestaron con la saña de sus nietos de 1898. No porque a los españoles no les importara perder gran parte de su gran imperio, sino porque en el momento que sucedió estaban envueltos en una situación dura de cambio político que nubló casi por completo todo lo relacionado con la Emancipación. A la muerte de Fernando VII la primera guerra carlista acarrearía mayores quebraderos de cabeza. El nacionalismo patriotero de tiempos de la Restauración, asimismo, todavía no se había aposentado en nuestro suelo, juzgando cualquier separación como una bárbara amputación del cuerpo incorruptible de la Madre Patria. Dejando a un lado cuestiones de honor político, muchos españoles prosiguieron viajando y estableciéndose desde la Argentina a México a lo largo del siglo XIX por razones que iban desde la necesidad al deseo de sobresalir socialmente. En las nuevas repúblicas encontraron una sociedad castellanohablante y con problemas que ya conocían en España, como el de la posición de la Iglesia Católica en la nueva sociedad liberal. Algunos ya tenían lazos familiares con aquellas tierras y otros los contrajeron, afincándose en sus nuevos hogares como comerciantes, rancheros, etc. En ciudades como Buenos Aires llegaron a formar agrupaciones o colonias regionales, como la catalana, que ya tomó distancias de las restantes antes de la I Guerra Mundial. Los apelativos de gachupines o de chapetones con el que los nombraron peyorativamente los americanos no les impidió integrarse en los nuevos países iberoamericanos. Algunos regresaron a su tierra natal, ricos y prestigiosos, cargados de años. Eran los famosos indianos, cuyas fortunas fertilizaron la economía de muchas comarcas litorales desde el Mediterráneo al Cantábrico. Sus mansiones adquirieron gran fama y nuestros novelistas del XIX los hicieron aparecer en sus obras.

                                        

    Las independencias en Hispanoamérica, en conclusión, están dentro del contexto de los procesos revolucionarios liberales que se registran en el mundo europeo y americano desde el último tercio del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XIX. Afectó a la estructura de la monarquía absoluta española con la disolución del Antiguo Régimen, tanto en su vertiente metropolitana como colonial. La Emancipación fue tanto el resultado de la madurez de la sociedad indiana como de la crisis de una monarquía imperial que no acertó a mantener su posición mundial. De todos modos ni envió a la tumba a España ni cortó sus lazos humanos con Hispanoamérica.

Paula Castro Monzó, Ángela Cuevas García, Natalia Fernández Gómez, Rocío Martínez Salinas, Noelia Moreno Salinas y Clara Soriano Sánchez.