¿SOBRABAN FRAILES EN LA CASTILLA DEL XVI? Por Víctor Manuel Galán Tendero.

22.09.2021 15:25

               

                Frailes y monjes fueron a menudo fustigados por los reformadores morales y religiosos de los siglos XV y XVI, que los acusaban de ser gentes ociosas poco dedicadas a la vida cristiana como tal. El protestantismo fue particularmente severo con las órdenes religiosas, cuyos bienes pasaron a otros, como el rey de Inglaterra. Sin embargo, el catolicismo de la Contrarreforma pretendió insuflarles aires renovados.

                En la Castilla de Santa Teresa de Jesús, los procuradores de las Cortes a veces se quejaron de su excesivo número, muy poco favorecedor para el equilibrio económico. En el llamado censo de Castilla de 1591 se contabilizaron tales miembros de las distintas órdenes monásticas:

 Jerónimos

1.020

Agustinos

923

Cistercienses

801

Benedictinos

739

Cartujos

125

Premostratenses

94

 

                En total, unas 3.702 personas, entre los que destacaron los activos jerónimos, de origen castellano en el siglo XIV. En orden de importancia le seguían otras de tanta raigambre como la de San Agustín o el Císter.

                Las órdenes mendicantes y conventuales gozaron de gran importancia durante la Baja Edad Media. El número de integrantes en 1591 fue el siguiente:

Franciscanos

6.708

Dominicos

2.447

Jesuitas

1.091

Carmelitas calzados

694

Trinitarios

652

Mercedarios

527

Carmelitas descalzos

240

 

                El peso de los franciscanos fue formidable. Tras los dominicos, los jesuitas comenzaron a adquirir relevancia numérica. Los carmelitas descalzos, ligados a la obra e de San Juan de la Cruz y Santa Teresa, todavía eran muy minoritarios. Sumaban, en total, unas 12.359 personas.

                A falta de los capuchinos y de otras órdenes relacionadas, el total de regulares era de 16.061 de un clero que en Castilla alcanzaría las 74.000 personas, según ciertos cálculos. Dentro de una Castilla de 5.302.000 habitantes, su número pareció excesivo a más de uno.

                Fuente.

                Bartolomé Bennassar, La España del Siglo de Oro, Barcelona, 2001, p. 195.